EL ORIGEN DE LOS INSTRUMENTOS MUSICALES ELECTRÓNICOS


Un buen ejemplo de tecnología olvidada y casi fantasmal es la de los primeros instrumentos musicales electrónicos. Debido a que en su día a esos aparatos pioneros se les consideraba meras curiosidades tecnológicas sin trascendencia alguna, bastantes de aquellas máquinas prodigiosas acabaron desguazadas para desesperación de la comunidad científica actual, e incluso la constancia documental que queda de ellos es escasa.


Parece ser, aunque las referencias son escasas, que el primer instrumento musical utilizando electricidad fue un "clavicémbalo eléctrico" construido en Francia en 1759. En el siglo XIX, sobre todo la segunda mitad, la actividad se incrementó. Otros clavicémbalos eléctricos se sucedieron, y también un piano electromagnético en 1867, una pianola electromecánica en 1890, y el Arco Cantante en 1899, entre otros.


El primer instrumento eléctrico que tuvo una cierta repercusión social y comercial fue el Telarmonio, un monstruoso artefacto de doscientas toneladas de peso, provisto de teclado, creado alrededor de 1900 por el estadounidense Taddeus Cahill. Aunque la fabricación de telarmonios a escala industrial era inviable, Cahill orientó la comercialización de su invento a la explotación de una o varias unidades para ofrecer música a
domicilio mediante las jóvenes líneas telefónicas. Entonces no existía la radio, y la idea resultó atractiva para un buen número de comercios de Nueva York que se abonaron al servicio. El inventor demostró una sorprendente intuición adelantándose al hoy habitual servicio de Hilo Musical.


No obstante, una vez pasada la novedad, y con el surgimiento de la radio, el interés del público se extinguió, y la aventura de tan singular instrumento terminó. Ningún museo quiso acoger a la insigne máquina, y, el único prototipo que se conservaba acabó desapareciendo a mediados del siglo XX, probablemente vendido como chatarra.


La figura más carismática entre los pioneros de los instrumentos musicales electrónicos quizá sea el ruso Lev Termen (Leon Theremin), que en 1920, a sus 24 años de edad, presentó la primera y más popular de sus creaciones: el Theremin.


Este singular instrumento no se controla por teclado o por otro procedimiento tradicional, sino ni más ni menos que moviendo las manos ante dos antenas, lo cual crea interferencias que determinan el tono y por tanto las notas musicales. Tuvo tanta acogida este instrumento durante los años 20, que Termen realizó giras por Europa y Estados Unidos haciendo demostraciones del mismo.


Sin embargo, esta época terminó con el extraño y repentino regreso de Termen a la Unión Soviética en 1938. Bastantes personas cercanas a él asumieron que fue raptado por agentes de los servicios secretos soviéticos, algo que parece ser cierto aunque nunca se ha aclarado del todo. De vuelta a la URSS, y después de un tiempo encarcelado, el brillante genio trabajó en la creación de sistemas electrónicos de espionaje y en otras tecnologías de interés para las autoridades de su país. Al parecer, también trabajó para el KGB.


En el resto del mundo no se supo nada de él en décadas, y se le llegó a dar por muerto. Sin embargo, vivió lo suficiente como para ver la caída de la URSS y, ya del todo libre de impedimentos políticos, hizo una emotiva visita a Estados Unidos, donde se le recibió con honores, se reencontró con su amiga Clara Rockmore, la más famosa intérprete de su instrumento, y protagonizó conciertos y otros actos públicos.


Texto: Jorge Munnshe
Fotos (de izquierda a derecha, y de arriba a abajo):
1: El Telarmonio, creado por Taddeus Cahill.
2, 4 y 5: Lev Termen (Leon Theremin) tocando el teremín, su asombroso instrumento electrónico, que suena de modo inconfundible, y que se toca sin contacto físico con el mismo, moviendo las manos cerca de sus antenas.
3: Un modelo primitivo de telarmonio en 1897.





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