FUNERALES ESPACIALES

    

Enviar cenizas de un ser querido a una órbita alta, para que permanezcan en el espacio durante un tiempo y al final reentren a la Tierra, es un modo de rendir homenaje a quienes aportaron su esfuerzo personal a la exploración del cosmos. Entre las personas de esta clase cuyas cenizas fueron enviadas al espacio figuran el astronauta Leroy Gordon Cooper, un pionero que participó en los programas Mercury y Gemini. Otro ejemplo es el de Gerard O'Neill, el más firme defensor de las colonias espaciales.

En otros casos, es un modo de hacer realidad, aunque sea de manera sólo simbólica, el sueño anhelado por personas que no tomaron parte en la exploración del cosmos, pero que siempre desearon poder viajar al espacio algún día. Algunos recrearon la aventura cósmica desde la ciencia-ficción, como Gene Roddenberry, creador de Star Trek, cuyas cenizas alcanzaron finalmente la "última frontera". O James Doohan, el célebre Scotty en esa saga, quien tras numerosos vuelos ficticios a bordo de la Enterprise, acabó viajando de verdad al espacio aunque fuese a título póstumo.

    

Los fallecidos más abundantes son, sin embargo, personas sin fama, a veces dolorosamente jóvenes, cuya condición de aficionados a las ciencias espaciales marcó ese destino final de sus restos mortales. En unos casos, esa vocación del difunto y su anhelo de viajar al espacio motivaron que sus familias escogieran enviar sus cenizas al espacio como el mejor homenaje posible para ese ser querido. En otros casos, fueron los propios enfermos terminales quienes escogieron hacer ese viaje espacial póstumo, una elección que les sirvió para mitigar su desesperación e infundirles ánimo, conscientes de que en cierto modo alcanzarían por fin su sueño de viajar al espacio.

La mayoría de funerales espaciales han consistido en el envío de cenizas a la órbita terrestre, pero en casos especiales, las cenizas han viajado más lejos, en una travesía sin retorno. Eugene Shoemaker, al que muchos consideran el padre de la geología lunar, y que al principio de la Era Espacial creyó equivocadamente que podría ser aceptado como astronauta y viajar a la Luna, falleció en 1997 en un accidente. Pero al final, sí acabó haciendo el viaje con el que tanto soñó. Sus cenizas, a bordo de la sonda Lunar Prospector, alcanzaron la superficie de la Luna en 1999. Otro caso es el de Clyde Tombaugh, el descubridor de Plutón. A bordo de la sonda New Horizons, cenizas de Tombaugh fueron enviadas hacia ese astro.

  


Texto: Jorge Munnshe
Imágenes superiores: Eugene Shoemaker (Foto: NASA) y representación artistica del punto de la Luna donde reposan parte de sus cenizas (Foto: NASA Ames Home Page)
Imágenes de la franja mediana: Leroy Gordon Cooper Jr., de quien una parte de sus cenizas fueron enviadas al espacio (Foto: NASA-HQ-GRIN) y lanzamiento de vehículo espacial con restos mortales (Foto: NASA-KSC)
Imágenes inferiores: En la foto de la izquierda, sección de la nave New Horizons. El contenedor en forma de pila de botón que aparece en el centro de la imagen contiene cenizas de Clyde W. Tombaugh. (Foto: Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory). En la imagen de la derecha, representación artística de la nave New Horizons, enviada a Plutón con los citados restos mortales de Tombaugh a bordo. Foto: Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory / Southwest Research Institute.





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