BIOSFERAS
ARTIFICIALES
Una biosfera artificial es un sistema que, en teoría, puede permitir
reciclar, dentro de un lugar cerrado, y por tiempo indefinido o muy
largo, los desechos orgánicos de diverso tipo producidos por varias
personas, brindando biomasa comestible, agua pura y aire respirable.
Los sistemas de este tipo podrían permitir al Ser Humano vivir de modo
autosuficiente en otros planetas o en grandes vehículos espaciales,
durante décadas, siglos o incluso milenios.
Aunque la biosfera artificial más conocida por el público fue la
estadounidense Biosfera-2, por parte rusa ya se comenzó a trabajar en
el tema en 1961, el mismo año del primer viaje espacial de un ser
humano (el ruso Yuri Gagarin).
El esfuerzo de mayor trascendencia histórica y tecnológica por parte
rusa probablemente sea Bios-3, una biosfera artificial que se forjó
dentro de un programa de investigación lanzado en la década de 1960 por
el Instituto de Biofísica de la Academia de Ciencias de la URSS, y que
alcanzó su fase final de desarrollo en 1972, mucho antes de Biosfera-2.
Al principal pionero de las biosferas artificiales, el ruso Josef
Gitelson, cuya labor sirvió de guía a Biosfera-2 y a otros proyectos
posteriores, tuve el placer de conocerle en persona.
También visité las impresionantes instalaciones del proyecto MELIiSSA
(Micro-Ecological Life Support System Alternative) de la Agencia
Espacial Europea (ESA), una biosfera artificial que, a diferencia de
otras, se aleja de la mera imitación del hábitat natural típico del Ser
Humano y adopta como base la simbiosis entre humanos y microorganismos.
El núcleo de MELIiSSA consta de un bucle de biorreactores que albergan
diferentes poblaciones de microorganismos, interconectadas de tal modo
entre ellas y con el espacio habitable por humanos, que los residuos
generados por estos son reciclados, permitiendo, en teoría, la
supervivencia de los humanos y los microorganismos durante un tiempo
prolongado, el de un trayecto espacial a gran distancia.
Texto: Jorge Munnshe
Imágenes (de arriba a abajo y de izquierda a derecha):
1: La científica Sharon Edney, de Dynamac Corp., trabajando en cultivos
hidropónicos experimentales para la NASA. Lograr un desarrollo óptimo
de vegetales en un ambiente artificial, el único posible a bordo de una
nave espacial, es fundamental para acometer cualquier proyecto de
biosfera artificial. Foto: NASA-KSC.
2: Jorge Munnshe en
las
instalaciones del proyecto MELIiSSA
(Micro-Ecological Life Support System Alternative) de la Agencia
Espacial Europea.
3: Experimento de cultivo de vegetales a bordo de un invernadero ruso
en la Estación Espacial Internacional. Foto: NASA.
4: Josef
Gitelson, el
principal pionero de las biosferas artificiales. Foto: Jorge Munnshe.
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