ASTROBIOLOGÍA
La astrobiología (o exobiología, bioastronomía o xenobiología, como
también se la conoce) es la rama de la biología especializada en la
vida fuera de la Tierra. Se ocupa no sólo de las posibilidades de vida
en astros del sistema solar, sino también de cuestiones como qué clase
de estrellas pueden tener a su alrededor mundos con las mayores
probabilidades de vida.
El fenómeno de la vida, como una de las consecuencias potenciales de la
evolución geoquímica, puede darse en otras partes del universo. No
responde al azar, sino que depende de factores bien definidos. Es
factible, por tanto, rastrear a distancia el cosmos en busca de
sistemas solares prometedores, y hasta hacerse una idea general
aproximada de cómo pueden ser esos hábitats. El progreso tecnológico
permite ya descubrir planetas de tamaño parecido al de la Tierra hasta
una distancia de 500 años-luz, e incluso se han ensayado técnicas
capaces de detectar océanos de agua líquida en la superficie de
planetas de sistemas solares cercanos.
La idea de que la Tierra es el único planeta del universo que acoge
vida, o el único que alberga vida inteligente, ha ido perdiendo apoyo
en la comunidad científica durante las últimas décadas. Creer en la
exclusividad terrestre de la vida tiene mucho de rescoldo del
geocentrismo: Ya que la Tierra no es el centro del universo, pues que
al menos sea el único planeta con vida, o como mínimo el único con vida
inteligente. Sin embargo, tal como la astronomía interestelar ha
demostrado, los materiales básicos para la vida figuran entre los más
abundantes del universo. No somos pues fruto de una casualidad
asombrosa ni hemos sido "tocados por Dios", sino que la vida es un
fenómeno bastante vulgar y por eso hay vida en la Tierra.
Por otra parte, el avance de las últimas décadas en las
ciencias
biológicas ha ensanchado de manera espectacular las fronteras de la
vida. El hallazgo de microorganismos capaces de vivir en condiciones
que anteriormente se creían imposibles para la vida ha incrementado las
posibilidades de existencia de seres vivos en mundos de otros sistemas
solares, al aumentar la gama de escenarios capaces de sostener vida.
La vida simple (microorganismos) es la que con mayor facilidad puede
existir en el cosmos. A medida que aumenta la complejidad de la vida,
disminuyen las probabilidades de que pueda existir. La evolución
biológica exige tiempo, y si las condiciones reinantes en un mundo
cambian de modo demasiado drástico y rápido, ninguna especie puede ser
capaz de adaptarse. Por eso, las probabilidades de vida compleja son
menores que las de vida simple. Y por eso, las probabilidades de
existencia de una civilización alienígena son aún menores.
No obstante, dado que la vida se resiste a desaparecer, y
que cuanto
más compleja e inteligente es una forma de vida, mejor capacidad tiene
de modificar su entorno a su conveniencia y protegerse, a partir de
cierto momento de la evolución, una especie puede ser capaz de
enfrentarse a la naturaleza y de escapar a la extinción que ésta le
tenía preparada; el componente de Lo Artificial entra en escena.
Además, cuanto más compleja es la vida, más rápido evoluciona,
aprovechando así mejor el tiempo durante el cual su entorno es estable.
No menos de dos mil millones de años tuvieron que transcurrir desde que
aparecieron en la Tierra las primeras formas unicelulares de vida hasta
que surgieron los primeros organismos multicelulares. En cambio, bastó
con alrededor de la décima parte de ese tiempo para pasar de los
primeros seres multicelulares a los primeros animales vertebrados. Y
tan sólo unos seis millones de años para pasar de los primeros
homínidos a los humanos actuales. El progreso científico y tecnológico
de la humanidad, que nos ha permitido ponernos a salvo de numerosas
amenazas que podrían habernos extinguido, ha requerido aún menos
tiempo. La mayor parte de ese progreso se ha logrado en los últimos
veinte mil años, y se concentra especialmente en los tres siglos más
recientes.
Texto: Jorge Munnshe
Imágenes (de arriba a abajo y de izquierda a derecha):
1: Recreación artística de forma de vida en un planeta de otro sistema
solar. Imagen elaborada por Jorge Munnshe para NC&T.
2: Recreación
artística de géiseres
en otro planeta. Foto: Arizona
State University / Ron Miller.
3: La riqueza de la
química interestelar depende en gran medida de las explosiones de
supernovas. Foto: NASA,
ESA, STScI.
4:
Recreación
artística de
planeta joven, geológicamente parecido a la Tierra.
Foto: NASA/JPL-Caltech.
5:
Recreación
artística de una luna rocosa alrededor de un planeta gigante gaseoso en
un sistema solar con tres estrellas. Foto: NASA.
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