POSIBLE
EXISTENCIA DE VIDA AUTÓCTONA EN MARTE
La creencia de que Marte
pudo contener vida primaria en un pasado
remoto, está cada vez más extendida entre los científicos, hasta el
punto de que la NASA y otros organismos vienen dedicando desde fines de
la década de 1980, importantes esfuerzos a la investigación teórica
necesaria para afrontar el reto futuro de realizar inspecciones
paleontológicas en Marte, con el fin de buscar indicios de
microorganismos. El hallazgo en 1996 de posibles huellas de antiguos
microbios en un meteorito marciano no hizo sino respaldar una sospecha
creciente en la comunidad científica.
A la luz de los avances que desde fines de la década de
1970 se han
hecho en el conocimiento de los extremófilos, que es como se les llama
los organismos capaces de vivir bajo condiciones que resultan letales
para muchas otras especies de la Tierra, ha quedado claro que la vida
es más tenaz y resistente de lo que se creía. Los ejemplos más notorios
incluyen ecosistemas inesperados en fumarolas volcánicas de las oscuras
profundidades marinas, microorganismos capaces de vivir aislados dentro
de rocas, formas de vida cuyo hábitat favorito posee un grado de acidez
próximo al del ácido sulfúrico o un grado de salinidad letal para la
mayoría de seres vivos, otras que siguen viviendo tras ser sometidas a
temperaturas más bajas que las reinantes de modo natural en la Tierra,
e incluso algunas que prosperan a temperaturas del orden de los 100
grados centígrados, además de las adaptadas a vivir bajo presiones de
un millar de atmósferas, las aposentadas en áreas nucleares donde
resisten niveles de radiactividad tres mil veces mayores que el capaz
de matar a un ser humano, y las que soportan los daños oxidativos, los
efectos de la desecación, y la acción de venenos letales para casi toda
forma de vida conocida.
Por otro lado, las investigaciones sobre Marte no han
dejado de aportar
indicios de un pasado más favorable para la vida que el actual, en el
que el agua líquida y una atmósfera densa habrían permitido la
existencia en ese planeta de un escenario prebiótico no muy distinto al
que tuvo la Tierra en sus inicios.
La posible existencia de vida autóctona en Marte es uno
de esos temas
que al principio parecen exclusivos de la ciencia-ficción pero que con
el paso de los años se transmutan en ciencia pura y dura, pillando por
sorpresa a quienes no están al tanto de los avances científicos.
Una anécdota al respecto de esto último se produjo con la publicación
en 1993 de mi artículo "Sentando las bases de una posible paleontología
marciana" en la revista Espacio y Tiempo. En dicho artículo, daba
cuenta de los trabajos de campo que diversas instituciones científicas
estaban realizando en lugares parecidos a Marte, como el nordeste de
Siberia, para reunir conocimientos biológicos con los que hacerse una
idea de cómo podrían haber sido los microorganismos que quizá
existieron mucho tiempo atrás en Marte, y de ese modo buscar en ese
planeta del mejor modo posible los eventuales vestigios fósiles de vida
marciana, y saber reconocerlos si alguna misión futura se topaba con
ellos. Ensayar técnicas paleontológicas adecuadas al ambiente de Marte
es imprescindible para poder acometer esas futuras investigaciones de
campo con la
mayor fiabilidad posible.
A
raíz de la publicación de ese artículo, un periodista conocido por
sus muy viscerales escritos, y que ya sufrió una sentencia judicial por
algunos de ellos (lo que denota el rigor con el que trabaja y mide sus
palabras), se escandalizó de que se pudiera estar trabajando para
afinar la capacidad de detectar fósiles en Marte, una labor que ahora
ya lleva más de veinte años realizándose en la NASA y diversas
universidades e instituciones científicas, y en un escrito suyo
publicado en un boletín citó como ejemplo de "basura paranormal" mi
artículo, de cuyo título, por cierto, eliminó la palabra "posible", no
sé si por descuido o maliciosamente
Lo
más hilarante fue que me atribuyó a mí la labor de sentar las bases
de esa (posible) paleontología marciana, en vez de a los científicos de
las instituciones que estaban realizando ese trabajo y a las cuales yo
enumeraba ya en el segundo párrafo del artículo: La NASA, la Fundación
Nacional Estadounidense de Ciencia, el Centro de Investigación de
Desiertos Polares de la Universidad Estatal de Florida, el Centro de
Ciencias Biológicas del Instituto de Investigación Desértica en Nevada,
el Instituto de Ciencias del Suelo de Puschino (Rusia) y el Laboratorio
de Suelos Helados (Rusia).
Menos mal que mi artículo no era una crónica de sucesos, pues el
individuo me habría atribuido a mí la autoría de los crímenes sobre los
que informase.
O bien el sujeto ni se molestó en leer mi artículo,
dejándose llevar
por sus prejuicios irracionales de que era del todo imposible que Marte
hubiera albergado vida en el pasado, o bien mintió deliberadamente.
Es verdad que en aquella época (1993) la posible existencia de vida en
el pasado de Marte a bastante gente no familiarizada con las ciencias
espaciales aún le sonaba a tema exclusivo de ciencia-ficción, y de
hecho a la astrobiología todavía se la llamaba eufemísticamente
"exobiología". Pero no creo que mi artículo fuese pionero en la
divulgación popular de este tema.
De todas formas, tres años después de ese artículo, el mazazo mediático
del hallazgo de posibles vestigios fósiles de microorganismos marcianos
en el célebre meteorito ALH84001 fue el pistoletazo de salida para
infinidad de proyectos de investigación en Marte, en lo que
probablemente sea la aventura espacial más apasionante para la opinión
pública después de los viajes tripulados a la Luna
Tras ese pistoletazo de salida, las agencias espaciales
se han volcado
en la empresa de buscar señales de vida en Marte, diversas misiones se
han llevado a cabo, y los hallazgos interesantes no han dejado de
sucederse. E incluso ese pintoresco periodista para quien el tema era
"basura paranormal", se ha visto forzado en años recientes a tragarse
sus prejuicios y escribir, en el periódico para el que trabaja, cosas
como las que yo escribí. Se ha visto obligado a explicar cómo diversas
instituciones científicas trabajan en la búsqueda de vestigios fósiles
de vida marciana. Ha tenido que transcribir declaraciones de
científicos reputados sosteniendo no
sólo que pudo haber vida en Marte
en el pasado sino incluso que podría haberla en la actualidad. Y, no sé
si por un exceso de entusiasmo en su "conversión" o simplemente por
otra más de sus meteduras de pata (me inclino más por lo segundo), ha
llegado incluso a afirmar, yendo más allá de la realidad científica
actual, que el vehículo robótico Spirit descubrió en Marte los restos
de un ECOSISTEMA.
A la espera de que aparezcan evidencias inequívocas de vida autóctona
pasada o incluso presente en Marte, ya se trabaja en la selección de
"puntos calientes" en la geografía marciana como objetivos prioritarios
de investigación biológica en misiones futuras. Entre las zonas de
máximo interés figura, por ejemplo, la meseta de Tharsis y los cañones
que la rodean. El problema, sin embargo, con no pocos de los puntos de
máximo interés, es que se hallan ubicados en posiciones de acceso
difícil, como laderas de montañas. Eso acarreará el uso de sofisticados
robots aéreos o incluso de alpinismo por eventuales astronautas
humanos. Además, todo apunta a que los fósiles o los reductos de vida
sólo pueden haberse conservado en el subsuelo, lo que implicará llevar
a cabo perforaciones en los terrenos de interés.
Texto: Jorge Munnshe
Fotos: (de arriba a abajo, y de izquierda a derecha):
1: Panorámica de la zona conocida como Cape Verde, captada por el
vehículo robótico Opportunity. Foto: NASA/JPL-Caltech/Cornell.
2: Posible microorganismo fosilizado (resaltado con un color falso) en
el meteorito marciano ALH84001. Foto: NASA.
3: Vista panorámica de llanura marciana. Foto: NASA / Jet Propulsion
Laboratory.
4: Recreación artística de un río y un lago marcianos como los que pudo
tener el planeta rojo en el pasado. Foto: NASA/JPL, Corby Waste.
5:
Recreación artística de un río y un mar marcianos como los que pudo
tener Marte en el pasado. Foto: NASA/JPL, Corby Waste.
6: La científica Lisa Monaco sostiene un chip analizador para misiones
espaciales, capaz, entre otras cosas, de detectar vida en Marte. Foto:
NASA/MSFC/D.Stoffer.
7: Las investigaciones geobiológicas llevadas a cabo por astronautas en
Marte podrían desvelar huellas inequívocas de vida autóctona. Foto:
NASA / Pat Rawlings.
8: Lugar de aterrizaje en Marte de la sonda Mars Pathfinder. Dicho
lugar está en la zona de Ares Vallis. Foto: NASA.
9: El
célebre meteorito marciano ALH84001, que alberga vestigios fósiles de
lo que podrían ser formas de vida marcianas. Foto: NASA-JPL.
10: Prototipo de ensayos de un modelo de robot explorador de la NASA
para Marte. Foto: Jorge Munnshe.
11: Borde del Cráter Victoria, en Marte, visto por el vehículo robótico
Opportunity. Foto: Mars Exploration Rover Mission, Cornell, JPL, NASA.
12: Recreación artística de un astronauta accediendo a una escarpada
zona de la ladera oriental del Monte Olimpo, un gigantesco volcán
marciano, para tomar muestras de máximo interés. Foto: NASA / Pat
Rawlings / SAIC.