El espectacular progreso que ha registrado la robótica desde la década de 1970 ha conducido a nuevas generaciones de vehículos automáticos diseñados para operar sobre la superficie de la Luna, Marte, y otros mundos.


Estos robots poseen la característica común de una gran autonomía en la toma de decisiones, como han demostrado los enviados a Marte.


Estos intrépidos "astronautas de silicio" me han fascinado desde siempre, pero sobre todo desde que tuve la oportunidad de estar en compañía de uno de ellos, circulando a mi alrededor durante una demostración de sus capacidades en un terreno amurallado.


El robotista Rajiv Desai de la NASA activó el pequeño prototipo de robot explorador, y éste comenzó a circular entre la quincena de personas que estábamos allí presentes, evitando con gran pericia chocar contra nosotros y otros obstáculos gracias a su cámara y otros sensores con los que escudriñaba su entorno.



Siguiendo sus propias decisiones, el robot exploraba el terreno como si fuera Marte, el destino para el que estaba programado, y era capaz de pasar por encima de pedruscos bastante grandes que le colocábamos de improviso justo delante de él, y hasta por encima del pie de alguna persona, a no ser que el imprevisto obstáculo resultase demasiado grande para el robot, en cuyo caso optaba por retroceder y dar un rodeo.


Combinaba su deseo de examinar las áreas que creyera de mayor interés científico con la prudencia de no aventurarse en zonas que considerase potencialmente peligrosas.


Me impresionó mucho ver en acción ante mí a ese pequeño pero portentoso robot.


Y mi fascinación aumentó aún más cuando, tres años después, el prototipo definitivo aterrizó en Marte; era el famoso Sojourner, el primer robot explorador desplegado con éxito en la superficie del planeta rojo.


Texto: Jorge Munnshe
En la imagen superior, el Sojourner en Marte. (Foto: NASA)
En la imagen inferior, Jorge Munnshe (derecha) junto al robotista David Miller, que, al igual que Rajiv Desai, ha trabajado en el desarrollo de robots para explorar las superficies de otros mundos.