| FUNDAMENTOS DEL
CÁLCULO EXTRAPOLATIVO DEL PROGRESO Basándose en el conocimiento de la inteligencia natural, los extensos bancos de datos sobre parámetros mentales de cada especie animal, y el dominio del Cálculo de Probabilidades, se realizaron singulares experimentos de simulación por ordenador. Se recreaba dentro de la computadora, no a un ser determinado, sino a una comunidad de ellos, y, como en una película acelerada, la máquina realizaba los trillones de cálculos por segundo para extrapolar qué nivel de progreso científico iría alcanzando la comunidad según avanzasen los años, siglos o milenios. Como experiencia piloto para comprobar la fiabilidad del proceso extrapolativo, se recreó el progreso de la especie humana. Se colocó el contador a 0, se conectaron los bancos de datos neurológicos y biológicos, y se activó el proceso. La computadora se veía convertida en un colectivo de inteligencias prehistóricas humanas y como tal agotaba todas las posibilidades de cálculo. Como es lógico, con cada faceta de colaboración entre sus inteligencias individuales aumentaban sus posibilidades de avance al incrementarse el  factor de
inteligencia
sumada. El primer avance notable se produjo a los 130 minutos, y se
trató del uso de objetos naturales (piedras en su mayor parte) Media
hora después, en T-160, la computadora fabricaba utensilios simples. En
T-210, a tres horas y media del inicio del experimento, descubría el
fuego. A las 9.30 horas del proceso (T-570), inventaba algo que
cambiaba de manera radical sus expectativas de éxito: la agricultura.
Esta conllevaba el sedentarismo, el asentamiento de grandes colectivos
en lugares fijos, y la extensión del concepto de tribu hacia el
concepto de pueblo. Había nacido la civilización. En pocos minutos, la
inteligencia de la computadora se multiplicó por un factor de 10,
derivado de la colaboración estrecha de sus mentes-individuo, y efectuó
considerables avances en materia de técnicas de construcción. En T-700,
inventó el lenguaje, y todos sus microprogramas inteligentes se
conectaron modularmente, multiplicándose la inteligencia por un factor
de 80. Por último, cuando descubrió la escritura, empezó a crear
ficheros de datos y su factor de inteligencia se multiplicó por 12000
en sólo dos horas.Durante el experimento, además del tiempo real en minutos, era monitorizado el tiempo simulado en siglos. Se pudo cotejar que los datos históricos concordaban de modo admirable con los cálculos especulativos. Poseyendo ya una prueba de la fiabilidad del Cálculo Extrapolativo, se pasó a la siguiente e importante fase. Como es sabido, las expectativas de progreso de una especie no dependen sólo de su coeficiente mental ni de su espíritu cooperativo. La morfología de sus cuerpos y el hábitat en que se desenvuelven son igual de importantes. Hay unas premisas básicas. La especie en cuestión debe poseer órganos prensiles lo bastante sofisticados como para manipular objetos, ya sean dedos, apéndices o tentáculos, y por supuesto para una buena capacidad locomotriz. El hábitat donde resida debe permitir reacciones químicas simples capaces de producir energía; la energía es la base de toda tecnología; en el caso de una especie subacuática, sería difícil que dispusiera de una reacción química tan simple y efectiva como el fuego, lo que le vedaría el camino del progreso. Por supuesto, este enfoque, aunque lógico, se basa de manera exclusiva en el conocimiento de la vida de nuestro planeta, por lo que no se descartan formas de vida capaces de progresar sin esas premisas. Por ejemplo, imaginemos una forma pluricelular subacuática, con pleno control consciente sobre su proceso de crecimiento, capaz de reproducirse de varios modos distintos, crecer, metamorfosearse, y mutar las formas gestantes en su seno, todo ello con una precisión y celeridad formidables. Una especie así, podría hacer con la ingeniería genética todo lo que nosotros hemos tenido que hacer con la mecánica y la electrónica. Tejidos extranerviosos al estilo del cabello y las uñas como material de construcción. Organismos-máquina que consumiesen determinadas sustancias de desecho y produjeran otras útiles, incluidos metales. Alimento que creciese y se reprodujera solo. Armas biológicas. Computadoras genéticas hechas de neuronas. Factorías vivientes de montaje equipadas con millones de tentáculos y apéndices. Incluso cosmonaves basadas en estructuras muertas de consistencia ósea semejante al coral... |
Una
variante del programa
de experimentos que fue criticada por su elevado grado de especulación
y poca fiabilidad, sustituía la alteración morfológica que capacitaba
para habilidades manuales a las especies, por una facultad mutágena
como la de los virus casi ilimitada. En estas condiciones, una
comunidad de abejas progresó en horas, se mutó hacia formas superiores
en un proceso que recordaba la evolución del simio hacia el hombre,
instauró una civilización, e inició los viajes espaciales; todo ello en
un tiempo un 15 % menor que el que necesitó el Ser Humano.
