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Desde que mi consciencia se estabilizó y mi lucidez fue un hecho, hay una compleja actividad científica a mi alrededor. Cada día, respondo a innumerables sesiones de tests psicológicos. Me hacen preguntas científicas de toda índole, a las que me veo contestando sin dificultad, asombrándome día a día del enorme caudal de conocimientos que en mis veintisiete años de vida fui capaz de absorber. Conversan conmigo sobre temas muy trascendentales, casi siempre alrededor de la vida, la muerte, y la facultad de pensar; supongo que debido a mi peculiar estado.

En el laboratorio trabaja un biólogo de unos treinta años, llamado David, que se ha hecho amigo mío. Cuando termina su jornada, juega conmigo al ajedrez. Me fascina el ajedrez de una forma peculiar, y encuentro muy agradable jugarlo con él. Tiene ojos negros, barba, y el cabello rizado. Nuestra relación ha sido muy importante para mí ya que, aunque recibo de todos el cariño que se da a una niña mimada, me tratan como a una paciente. Él, en cambio, me trata también como a una persona.

Estoy descubriendo (supongo que en realidad redescubriendo) muchas cosas fascinantes, incluso dentro de mí misma. Ahora sé que tengo aficiones.

Me apasiona por ejemplo la biología marina. El mundo subacuático induce en mí emociones embriagadoras, entre las que predomina una especie de cálida nostalgia. Quizá vivía en un laboratorio oceanográfico. Tal vez mi cometido en la ingeniería genética consistía en la cría y mejora de especies marítimas. Hace unos días, me regalaron una pecera con estrellas de mar, que está situada en un extremo de mi habitación, frente a mi campo visual. A menudo, durante la noche, despierto y contemplo fascinada los reflejos calidoscópicos que la luz-piloto del climatizador de la pecera emite a través del agua, bañando en una penumbra mortecina el coral, las algas y mis amigas las estrellas de mar. Sin embargo, mi afición por el mundo submarino presenta un matiz siniestro: no recuerdo el contenido de las pesadillas que cada noche tengo, pero últimamente siento que el escenario de todas ellas es el fondo marino. Quizá mi accidente se desarrolló bajo el mar. Acaso fui atacada y destrozada por un tiburón.

La música me encanta; siento una constante sensación de sorpresa escuchando la constelación de sonidos diversos que pueden surgir de un sintetizador, la relación matemática entre las notas, la textura de las melodías, los fondos corales, la osmosis de sonidos y armonías yendo y viniendo, edificando y demoliendo estructuras musicales, transmitiendo mensajes subjetivos que la imaginación transmuta en complejas emociones.

En diversas ocasiones, han conectado un radiotelescopio a una entrada sensorial especial de mi cerebro, y me he deleitado durante horas con el espectáculo de nebulosas en expansión, espirales de gas cerniéndose sobre agujeros negros, latidos rotatorios de púlsares, planetas de otros sistemas solares orbitando en torno a sus estrellas... Dicen que es el radiotelescopio formado por elementos separados de interferometría entre las órbitas de Marte y la Tierra, y que yo lo recibo vía satélite.

Además de los tests, el personal me prescribe otras muchas actividades, entre ellas: audiciones de música, partidas de juegos extraños, pintar un cuadro electrónico, redacción de relatos de fantasía sobre los temas que más me preocupen, lectura de libros, ejercicios de imaginación, estudio de filmaciones...

He visto montañas de material audiovisual. Documentales, reportajes, películas, fragmentos de noticiarios, filmaciones varias... La extremada variedad temática de todo ese material parece probar que tratan de verificar mi buen estado mental estudiando mis reacciones ante determinados estímulos.

Sin embargo, no deja de sorprenderme que la búsqueda de lesiones cerebrales o trastornos psíquicos requiera tantos meses de tiempo y tamaña cantidad de pruebas. Otro elemento extraño es la trascendencia de muchos de los temas tratados en esas actividades, y la orientación casi morbosa hacia el trinomio Vida-Muerte-Pensamiento. Por ejemplo, los títulos de los libros y novelas que he leído por prescripción y sobre cuyo contenido mis psicólogos me han hecho debatir en profundidad, son:

"MAS ALLA DE LA MUERTE"
"LA NUEVA BIOLOGIA"
"ENIGMAS CIENTIFICOS"
"EXPLORACION DE VIDA INTELIGENTE EN EL UNIVERSO"
"EVOLUCION DE LA INTELIGENCIA BIOLOGICA"
"PERSPECTIVAS DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL"
"LA FACULTAD DE PENSAMIENTO"
"MISIONES ESPACIALES DE UN CYBORG"
"LA INTELIGENCIA DE LOS DELFINES"

Están todos muy pendientes de mí. Se interesan hasta por el más mínimo comentario que haga. Parece que les importa mucho todo aquello que sea espontáneo.





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