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Hay una laguna en mi memoria sobre el final de mi período de semiconsciencia. En un momento dado, me sentí lúcida por completo. Ese recuerdo se remonta a cuando me asusté al reparar en que las imágenes que percibía estaban formadas por puntos, como las fotos de los antiguos periódicos impresos, y creí que algo malo le ocurría a mis ojos. Después, supe que no tenía ojos, ya que no parpadeaba, y además mis "pupilas" se contraían y dilataban según los niveles de luz, mucho más rápido que en unos ojos, de hecho casi al instante, poseyendo una gama de captación de niveles de luz muy mayor.



La visión en luz media me permite distinguir con facilidad los colores. A medida que el nivel de luz es más alto o más bajo, veo en una textura verdosa para bajos niveles, o rojiza para altos, percibiendo de modo defectuoso color y forma. Sobrepasada la sensibilidad en ambos extremos, veo un bloque compacto verde o rojo.

He pasado horas contemplando el Sol como si lo hiciese a través de un filtro rojo, y cuando han encerrado de repente mi visor en un contenedor sin luz, he visto casi de inmediato su interior con una textura verdosa. Y viceversa. Por supuesto, el "deslumbramiento" entendido como adaptación lenta al nivel de luz, no se da en mí, ni noto dolor ante una luz cegadora.

A medida que siento somnolencia, haya o no luz, me cuesta más distinguir los objetos, y mi campo visual acaba convirtiéndose en un muro verde grisáceo que percibo más como en sueños que como una realidad, hasta que me duermo por completo.

Duermo profundamente. No acostumbro a recordar mis sueños, si bien tengo constancia de haber soñado y del carácter del sueño. Creo que todos ellos son pesadillas, lo cual es lógico en mis actuales circunstancias. Pero como he dicho, apenas recuerdo haber soñado, y por tanto no sufro el menor sobresalto o angustia.

No recuerdo si mi voz orgánica era como la mía actual, pero me siento identificada con ella. Es una agradable voz femenina, modulada con perfección, sin el menor indicio de que su fuente es electrónica. Mi dominio sobre esa voz es completo. No preciso ningún "esfuerzo" extra para elevar su volumen, es como si subiera y bajase un potenciómetro mecánico con la voluntad de la mente.

Oigo mi voz "desde fuera". No vibrando dentro de mi cráneo, sino viniendo del exterior, como una grabación.

Mi captación de sonidos es peculiar: no me "daña" en absoluto el exceso de decibelios. Los ruidos que sobrepasan determinado tope decibélico, los escucho a volumen normal pero distorsionados, y sin que oiga a menor volumen otros más débiles. Es como si escuchase por auriculares los sonidos recogidos por micrófonos instalados en varios puntos diferentes, y pudiera regular el volumen de la señal de cada uno haciéndola pasar por el canal correspondiente de una mesa de mezclas. Tengo la sensación de que los sonidos permanecen en mi mente más tiempo. Si estoy absorta y me hablan, tardo en reaccionar, pero no necesito que me repitan lo que me han dicho; es como si pudiera rebobinarlo y oírlo.

Mi percepción básica del exterior se produce a través de los dos sentidos descritos: vista y oído. También existen dos sensores de importancia menor, que puedo activar o desactivar a voluntad. Uno es un sentido fusionando olfato y gusto, que más que comunicarme olores-sabores, hace que recuerdos de sabores y olores que están grabados en mi mente se reaviven repetidas veces. El otro es un discreto brazo mecánico, el cual posee una membrana capaz de provocarme estímulos sensoriales que me proporcionan información instintiva de peso, temperatura y textura de los objetos. Esa percepción es sólo un poco más intensa y precisa que la que se puede sentir estudiando un objeto a través de la vista y calibrando con arreglo a la imagen, su peso y textura.

Sin embargo, todos estos sentidos artificiales no son capaces de facilitarme la menor sensación de consistencia física de mí misma. Al no poseer cuerpo, desaparecen los conceptos de postura, peso, gravedad, calor, frío, dolor, cansancio físico, y todos los que hacen referencia a funciones fisiológicas; lo que va mucho más allá de flotar en gravedad cero o hallarse dentro de una cápsula de meditación. El resultado es una sensación de irrealidad, como de estar soñando o bajo los efectos de drogas. La lucidez, no obstante, choca con esta sensación, y el producto final es el convencimiento de que se es inmaterial. El pensamiento de que estoy más allá de la vida y la muerte y de que percibo esta sala del laboratorio y cuanto sucede en ella por un agujero en el espacio-tiempo, me cala muy hondo por los motivos expuestos, e incluso parece que activa "recuerdos" brumosos de una existencia mía anterior muy lejana en el tiempo.

Pienso a menudo en mi enigmática (para mí) vida pasada y en el suceso que me llevó a este estado. El hecho de que no se me quiera dar ningún detalle al respecto, me hace creer que pueden haber acontecimientos muy traumáticos o trascendentales en mi pasado inmediato. Quizá no padecí un accidente, sino un atroz intento de asesinato, o meses de torturas que culminaron con la mutilación de todos los miembros de mi cuerpo. O tal vez traté de suicidarme. Acaso la realidad no guarde la menor relación con ninguna de estas hipótesis, pero entonces no comprendo qué motivo pudo traerme aquí en este estado. Ningún miembro del personal ha querido responder a mis preguntas. Mi vida en la otra orilla de mi período de inconsciencia es un tema prohibido y no sé hasta cuando lo será.





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