ALGUNOS FRAGMENTOS
DE CAPÍTULOS POSTERIORES
Justo
al cesar la ráfaga, un individuo salta fuera empuñando un
lanza-cohetes y dispara dos LM-20, los misiles del tamaño de un
bolígrafo capaces de agujerear un muro de medio metro de
espesor. Ante mis ojos, el misil alcanza de lleno a Nikue, que se
transforma en una nube de jirones sanguinolentos, y arroja contra un
muro a Noriko que estaba a su lado.
(...)
En las plantas del sector C próximas a la 119 hay gente agitada,
en algunos casos casi histérica, que se agolpa en los ascensores
o baja por las escaleras para huir lo más lejos posible de la
zona del conflicto. Oímos el inconfundible y siniestro estampido
de los "fusiles inteligentes".
(...)
En el sector C de la planta 19, reina un espectáculo dantesco.
El pasillo presenta varios boquetes en suelo, techo y paredes, producto
de misiles LM-20. Hay llamas en algunas partes. Tres agentes, entre
ellos el comisario, yacen muertos. Ichiro está herido de
gravedad.
(...)
Las compuertas de acceso al edificio se han cerrado y bloqueado. Nadie puede salir o entrar por métodos normales.
(...)
Cincuenta mil personas prisioneras en un edificio a causa de un
sabotaje en las compuertas de acceso es una circunstancia reveladora de
que Horizonte se ha convertido en una inmensa ratonera.
(...)
¡El sistema de equilibrio automático del edificio ha sido
alterado para inclinarlo al máximo! ¡Cuando ello haya
ocurrido, bastará cortar algunos de los tensores que lo sujetan
para lograr que se venga abajo como un árbol talado!
(...)
Recibo el terrible impacto explosivo de una bala del fusil, que
destroza mi armadura, me hace casi perder el sentido y me lanza varios
metros hacia delante. Allí agarro la primera arma que descubren
mis ojos, el lanzallamas de plasma, y disparo, sin apuntar siquiera,
hacia donde creo que está el asesino, convencido de que en
décimas de segundo puede llegarme la bala fatal. De los cuatro
cañones separados cuarenta centímetros unos de otros, y
ligeramente torcidos hacia un centro común, surgen sendos haces
que convergen tres metros por delante de mí, creando allí
el punto de convección desde el cual se propaga el plasma. Una
densísima nube de humo sale escupida hacia fuera del edificio
como el vómito de un volcán al incinerarse en dos
segundos una decena de árboles, mi verdugo, y una porción
circular de estructura metálica de unos tres metros de
diámetro.
(...)
Bajo mí, el área metropolitana de Tokio ofrece el mismo aspecto que vista desde un avión.
(...)
Mis ojos contemplan una porción del tensor 18 cayendo hacia
abajo en medio de una nube de fuego y escombros, mientras que la parte
superior se agita dantescamente de un lado a otro, como una enorme
serpiente marina, destrozando los muros externos de varias viviendas al
golpearlos.
(...)
"Inclinación:
26 grados" es el mensaje que parpadea con letras rojas en las pantallas
del centro de control, acompañado del graznido de la alarma que
suena en todas las plantas. Horizonte se mantiene en un equilibrio
precario. La simple fuerza de la brisa constituye una amenaza. Su tenue
aliento, y otras perturbaciones insignificantes del centro de gravedad,
arrancan abominables rugidos metálicos de la estructura del
rascacielos. Estos quejidos denotan la inmensa tensión
estructural sufrida por los tensores, que pueden partirse por sí
solos de un momento a otro, y la de los propios armazones de los
módulos de cada torre, luchando contra la fuerza de la gravedad
al límite de su resistencia. El monstruo de un kilómetro
de altura se abalanza sobre manzanas de rascacielos de trescientos
metros, como una ciclópea Torre de Pisa, o peor aún: Como
La Mítica Torre De Babel.