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Antropología
Resuelven el Misterio del Pigmento Azul Maya
18 de
Abril de 2008.
Unos
antropólogos del Wheaton College (Illinois) y del Museo Field han
descubierto cómo los antiguos mayas fabricaban un inusual y extensamente
estudiado pigmento azul que se usó en ofrendas, alfarería, murales y en
otros contextos de gran parte de Mesoamérica entre aproximadamente los
años 300 y 1500 de nuestra era.
Menéame
Identificado por primera vez en 1931, este pigmento azul (conocido como
Azul Maya) ha desconcertado durante años a arqueólogos, químicos y
científicos de los materiales, a causa de su inusual estabilidad
química, su composición y su persistente color en uno de los climas más
severos del mundo.
Los antropólogos de este nuevo estudio han solucionado otro viejo
misterio: La presencia de una capa de sedimento azul de aproximadamente
4,3 metros encontrada en el fondo del Cenote Sagrado (un pozo natural)
en Chichén Itzá. Esta capa azul notablemente gruesa se descubrió a
comienzos del siglo XX cuando se dragó el pozo.
Chichén Itzá es un importante yacimiento arqueológico precolombino
construido por los mayas que vivieron en lo que ahora es la Península de
Yucatán en México.
Según relatos textuales del siglo XVI, el azul fue el color del
sacrificio para los antiguos mayas. Pintaban a los seres humanos de azul
antes de tumbarlos sobre un altar y sacarles sus corazones aún latiendo.
También se pintaba de azul a las víctimas de los sacrificios que luego
eran arrojadas dentro del Cenote Sagrado en Chichén Itzá. Además, el
azul se utilizó en murales, alfarería, incienso copal, caucho, madera y
otros artículos arrojados al pozo.
La conclusión de la nueva investigación es que la pintura azul para
sacrificios encontrada en este sitio no era simplemente un pigmento
cualquiera. Se trataba del famoso Azul Maya, un pigmento importante,
vívido y virtualmente indestructible.
El Azul Maya es resistente al paso del tiempo, a la acidez, a la erosión
por acción de los elementos naturales, a la biodegradación e incluso a
disolventes químicos modernos. Ha sido descrito como "uno de los grandes
logros tecnológicos y artísticos de Mesoamérica".
Los científicos saben desde hace mucho tiempo que el notablemente
estable Azul Maya resulta de un enlace químico único entre el índigo y
la paligorskita, un inusual mineral arcilloso que, a diferencia de la
mayoría de los minerales arcillosos, tiene largos canales interiores.
Varios estudios han descubierto que se puede crear el Azul Maya
calentando una mezcla de paligorskita con un poco de índigo, pero no han
podido descubrir cómo exactamente los antiguos mayas fabricaron el
pigmento.
La nueva investigación muestra que en Chichén Itzá la fabricación del
Azul Maya en realidad formó parte de un conjunto de rituales que se
oficiaron junto al Cenote Sagrado. Específicamente, los mayas fusionaron
con calor el índigo y la paligorskita, mediante la quema de una mezcla
de incienso copal, paligorskita y probablemente las hojas de la planta
del índigo. Luego, las víctimas de los sacrificios eran pintadas de azul
y se las arrojaba dentro del Cenote Sagrado.
Información adicional en:
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