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La creciente demanda mundial de carne probablemente
tendrá un impacto significativo sobre la salud humana, el medio ambiente
y la economía mundial en los próximos 50 años.
La producción mundial de carne se ha triplicado en las tres últimas
décadas. Y en el año 2050 podría duplicar su nivel actual. Así lo señala
un nuevo informe sobre la industria cárnica presentado por un equipo
internacional de científicos y expertos en política.
Tal como advierte Harold A. Mooney, coeditor del extenso informe de dos
volúmenes, la industria cárnica tiene una producción enorme y ésta sigue
creciendo.
El trabajo realizado para este informe constituye la primera vez que se
hace un análisis detallado y de conjunto sobre el impacto de la
industria cárnica en la sociedad, la economía, la salud y el medio
ambiente. Además se presentan posibles medidas para reducir los efectos
perjudiciales de esta industria y promover los positivos.
Entre las conclusiones más importantes del informe figuran las
siguientes:
-Más de 1.700 millones de animales son utilizados para la producción
cárnica en todo el mundo y esto ocupa más de una cuarta parte de la
tierra firme.
-La producción de comida para esos animales consume alrededor de un
tercio del total de tierras cultivables.
-El sector ganadero, incluyendo el de la producción de piensos y el del
transporte asociado, es responsable de cerca del 18 por ciento de todas
las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.
Aunque alrededor de mil millones de personas pobres en todo el mundo
subsisten, al menos en parte, de los animales domesticados, el rápido
crecimiento de la industria ganadera a gran escala ha reducido las
oportunidades de empleo para muchas personas, según el informe. En
países como la India y China, la producción a gran escala ha desplazado
a muchos productores rurales pequeños, que están bajo la presión
adicional de las autoridades sanitarias que les exigen estar a la altura
de las normas de seguridad requeridas por la producción de alimentos
para un mercado globalizado.
La carne bovina, la de ave, la de cerdo y otros productos cárnicos
proporcionan un tercio de las proteínas consumidas por la humanidad,
pero, como resulta fácil imaginar y el informe lo ratifica, la
incidencia en la nutrición varía mucho dependiendo de la zona. El exceso
de proteína de origen animal no es bueno para la dieta humana, mientras
que una cantidad muy baja es también un problema, como sucede en muchos
países en vías de desarrollo.
Aunque el consumo excesivo de alimentos de origen animal, en particular
la carne, la leche y los huevos, ha sido vinculado a las enfermedades
cardiacas y otros problemas crónicos de salud, estos alimentos siguen
siendo una fuente vital de proteínas y nutrientes en todas las regiones
en vías de desarrollo del mundo.
La salud humana también se ve afectada por agentes patógenos y
sustancias nocivas transmitidas a través del consumo de carne.
Enfermedades emergentes de alta patogenicidad como la gripe aviar, están
estrechamente vinculadas a cambios en la producción cárnica, pero son
más difíciles de rastrear y combatir en el nuevo mercado globalizado.
El informe señala que el sector cárnico es un gran contaminador
medioambiental. Muchos bosques han sido talados para convertir sus
terrenos en nuevos campos de cultivo con los que alimentar a los
animales. La producción de piensos también requiere del uso intensivo de
agua, fertilizantes, pesticidas y combustibles fósiles.
Los residuos animales son otra fuente de preocupación. Los desechos
constituyen un factor principal en la contaminación de la tierra y la
del agua, como se observó en estudios realizados en China, India,
Estados Unidos y Dinamarca.
La industria de la carne de vacuno, la de la carne de cerdo y la de la
carne avícola también emiten grandes cantidades de dióxido de carbono,
metano y otros gases de efecto invernadero. Sin un cambio en las
prácticas actuales, el aumento intensivo que se prevé en los sistemas de
producción ganadera para las próximas décadas duplicará la carga
medioambiental actual y contribuirá a la degradación a gran escala de
los ecosistemas si no se toman las medidas adecuadas a tiempo.
El informe concluye con una revisión de varias opciones para introducir
en la industria cárnica prácticas que sean más sostenibles ambiental y
socialmente.
Una medida es que los países adopten políticas que ofrezcan incentivos
para quienes incorporen mejores prácticas de gestión, centradas en la
conservación de la tierra y un uso más eficiente del agua y de los
fertilizantes.
Sin embargo, el cálculo del costo real de la producción de carne es una
tarea difícil. Consideremos por ejemplo la loncha de jamón que acaso
usted tiene en el plato del desayuno, y de dónde vino antes de aterrizar
en su nevera:
Entre muchas otras cuestiones a tener en cuenta, figura la de que aunque
el jamón pueda haber llegado de Dinamarca, donde hay el doble de cerdos
que de personas, el grano para alimentar a los animales se cultivó
probablemente en Brasil, donde las selvas son constantemente taladas
para destinar más tierra al cultivo de la soja, una fuente importante de
alimento para los cerdos.
La gente de las naciones industrializadas es reacia a reducir su consumo
de carne. Sólo lo hará si se la conciencia debidamente de que esa
reducción puede resultar beneficiosa para su salud y además ayudar a
construir un mundo más sostenible y equitativo. |