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Cuando se habla de calentamiento global o de efecto
invernadero, el concepto científico principal que describe el proceso es
el forzamiento radiativo. El concepto básico de forzamiento radiativo
cuenta con el consenso de virtualmente todos los científicos. Las
discordancias vienen a la hora de determinar el valor específico de ese
número.
El concepto de forzamiento radiativo es bastante simple. La energía
entra constantemente en la atmósfera en forma de luz solar, la cual
siempre ilumina la mitad de la superficie terrestre. Parte de esta luz
solar (aproximadamente un 30 por ciento) se refleja de regreso al
espacio, y el resto es absorbido por el planeta. Y como cualquier objeto
caliente ubicado en un entorno frío, y el espacio es un lugar muy frío,
una parte de la energía está siempre siendo radiada hacia el espacio, en
forma de luz infrarroja invisible. Sustraiga la energía que sale de la
que entra, y si el resultado es distinto de cero, eso implica que está
en marcha un proceso de calentamiento si el número es positivo, o de
enfriamiento si es negativo.
Es como si usted tuviera una olla llena de agua a temperatura ambiente.
En tales circunstancias, todo está en equilibrio. No habrá cambios
relevantes, sólo variaciones aleatorias minúsculas. Pero encienda un
fuego bajo esa olla, y de pronto habrá más energía fluyendo hacia esa
agua que radiada hacia fuera, y el agua comenzará a ponerse más
caliente.
Dicho con pocas palabras, el forzamiento radiativo es una medida directa
de la cuantía en que el balance energético de la Tierra está
desequilibrado.
Para el sistema climático de la Tierra, el nivel donde este
desequilibrio se puede medir mejor y de manera más clara es el límite
entre la troposfera (la capa más baja de la atmósfera) y la estratosfera
(la capa superior, más delgada). Para todos los propósitos prácticos, en
lo que concierne al tiempo meteorológico y al clima, este límite marca
el tope de la atmósfera.
Aunque el concepto es simple, el análisis requerido para deducir el
valor concreto real de este parámetro es mucho más complicado y difícil.
Muchos factores diferentes ejercen su influencia sobre este balance
energético, y cada uno tiene su propio nivel de incertidumbre y sus
propias dificultades para una medición con la debida precisión.
Las contribuciones individuales al forzamiento radiativo no pueden ser
simplemente sumadas para obtener el total, porque algunos de los
factores se solapan. Por ejemplo, algunos gases diferentes de efecto
invernadero absorben y emiten en las mismas longitudes de onda
infrarrojas, por lo que su efecto de calentamiento combinado es menor
que la suma de sus efectos individuales.
En su informe más reciente, del 2007, el Panel Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) produjo las estimaciones del
forzamiento radiativo global más completas hasta la fecha. Ronald Prinn,
profesor de Ciencia Atmosférica y director del Centro para la Ciencia
del Cambio Global, dependiente del MIT, fue uno de los autores
principales de este capítulo del Cuarto Informe del IPCC.
El forzamiento radiativo era muy pequeño en el pasado, cuando las
temperaturas medias globales no subían ni bajaban de manera sustancial.
Por conveniencia, la mayoría de los investigadores escoge un año "base"
un poco antes del principio de la industrialización mundial, normalmente
1750 (o a veces 1850), como el punto cero, y se calcula el forzamiento
radiativo respecto a esa base. El IPCC usa el 1750 como su año base y
estima los cambios en los diferentes agentes del forzamiento radiativo
desde entonces.
Así, el forzamiento radiativo, medido en vatios por metro cuadrado de
superficie, es una medida directa del impacto que las actividades
humanas recientes causan sobre el clima del planeta. Esa influencia
antropogénica incluye no sólo los gases de efecto invernadero agregados
al aire, sino también la deforestación, que cambia la reflectividad de
la superficie (o albedo). Sin embargo, el forzamiento radiativo incluye
también cualquier efecto por cambios naturales que puedan haberse
producido durante ese mismo periodo de tiempo, como los cambios en la
radiación emitida por el Sol (a consecuencia de los cuales se ha
producido un ligero efecto de calentamiento) y los cambios en la
presencia de partículas esparcidas en la atmósfera por los volcanes (que
generalmente producen un efecto refrigerante muy efímero, o forzamiento
negativo).
Aunque todos los factores que influyen en el forzamiento radiativo
tienen incertidumbres asociadas a ellos, hay un factor que afecta
abrumadoramente a la incertidumbre: el de los efectos que ejercen en la
atmósfera los aerosoles (las pequeñas partículas que flotan en el aire).
Esto se debe a que tales efectos son muy complejos y a menudo
contradictorios. Por ejemplo, los aerosoles de colores luminosos (como
los sulfatos producidos por la quema del carbón) son un mecanismo
refrescante, y, por el contrario, los aerosoles de colores oscuros (como
el hollín de los tubos de escape de motores diesel) provocan
calentamiento. Además, el aumento de aerosoles de sulfatos en las nubes
conduce a gotas menores pero más abundantes que aumentan la
reflectividad de la nube, refrescando así un poco el planeta.
La mayor incertidumbre para definir el forzamiento radiativo viene de
los aerosoles.
Entonces, teniendo en cuenta todos estos factores y su margen de error,
¿cuál es la respuesta? El nivel actual de forzamiento radiativo, según
el informe presentado por el IPCC en 2007 (el AR4), es de 1,6 vatios por
metro cuadrado (con un margen de incertidumbre de 0,6 a 2,4). Eso puede
no parecer mucho, pero implica un efecto de calentamiento total de
aproximadamente 800 teravatios, o sea nada menos que 50 ó más veces el
valor promedio del consumo energético total del mundo, que actualmente
es de aproximadamente 15 teravatios. |