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La Carrera Lunar. Probablemente la aventura humana más emocionante de todos los tiempos, y al mismo tiempo la peor relatada. Una competición que los libros de historia han cubierto sólo de forma parcial debido a acontecimientos extraordinarios: las implicaciones políticas, económicas, militares y de prestigio que la empresa supuso para los dos contendientes y que uno de ellos no supo superar y reconocer. ¿Quién puede imaginarse siquiera una carrera, aunque sea tecnológica, en la que sólo participe un contrincante? Desde luego, la que tuvo como escenario a la Luna durante más de una década no fue una excepción, aunque la documentación escrita disponible hasta ahora parecía indicar lo contrario. Del detalle minimalista de las descripciones americanas del programa Apolo, los historiadores tenían que pasar a menudo al casi absoluto desconocimiento sobre las actividades tripuladas soviéticas durante esta época. Sólo cuando las circunstancias propagandísticas eran favorables, el mundo occidental compartía los éxitos comunistas. Por fortuna, las cosas han cambiado últimamente de forma radical. La URSS ha desaparecido y el secreto de Estado que descansaba sobre el programa lunar soviético, a la sazón inmerso en un formidable fracaso, ha empezado a ser conocido. Por primera vez, ha sido posible reconstruir las líneas básicas de este programa. Nombres, misiones, fallos y éxitos se entrelazan ahora con una mayor coherencia, descubriendo en todo ello motivaciones que difieren sustancialmente de las que podemos leer en cualquier enciclopedia. (Extraído de la nota de prensa). ÍNDICE GENERAL DE CONTENIDOS
NUESTRO COMENTARIO Escrito por uno de los periodistas que mantienen The Science Book Board, estamos ante uno de los poquísimos casos de divulgación de la historia de la astronáutica escritos en España. Aunque las características técnicas del libro son modestas, no lo son así sus contenidos. Nada menos que la historia del programa tripulado lunar soviético, un capítulo de la conquista de nuestro satélite que hasta ahora sólo había sido tratado parcialmente en algunos artículos especializados y, más o menos al mismo tiempo, en un magnífico libro escrito para el mercado anglosajón por el experto Nicholas L. Johnson. Es verdad que aún hoy en día siguen produciéndose revelaciones sobre nuevos aspectos del citado programa, y que la definitiva historia de éste está aún por escribir, pero en Alas Rojas ya podemos constatar que no sólo existió un programa tripulado soviético a la Luna, sino que fueron hasta tres los proyectos paralelos que se iniciaron con el objetivo de alcanzarla: el programa circunlunar L-1 (Zond), que se quedó a las puertas de superar a los americanos en diciembre de 1968, el de alunizaje L-3 (con su gigantesco cohete N-1), y el cancelado LK-1, transmutado posteriormente en parte del proyecto que daría forma a las estaciones espaciales Almaz (Salyut). La actual y popular nave Soyuz fue diseñada por Sergei Korolev para el vuelo a la Luna. Es el único recuerdo, junto al cohete Protón, de una era que la URSS quiso olvidar rápidamente. La competencia entre personas, las intrigas políticas, el capricho de los líderes de la nación, y el deficiente nivel tecnológico y económico propiciado por el sistema evitaron la victoria de la URSS en la carrera lunar. Aún así, los soviéticos levantaron un plan que debía suceder a los americanos cuando éstos abandonasen el satélite, a principios de los 70. Una idea que se desvanecería en la nada a mediados de la década, gracias a un relevo en la dirección del programa espacial, mientras el Gobierno ordenaba la inmersión del sueño tripulado lunar en un secreto de Estado que ha resistido hasta nuestros días. Para todos los aficionados de habla española que no tengan acceso a otros textos especializados o no conozcan el inglés, Alas Rojas es una oportunidad única para comprender qué ocurrió exactamente en esta fascinante época. |
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