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Exploración de Marte
Informe MER

26 de Enero de 2004.

Foto: JPLLa NASA dispone ya de dos robots sobre la superficie de Marte. La llegada de la Opportunity, en un paraje que desafía su descripción por los geólogos, se une a la parcial restauración de las funciones de su compañera Unity, que ha protagonizado un preocupante episodio técnico. La Spirit no podrá trabajar de inmediato, pero los ingenieros piensan que podrán recuperarla para la investigación.

Nada hacía presagiar los problemas experimentados por el Spirit, recién descendido a la superficie del planeta tras haber permanecido muchos días sobre su plataforma de aterrizaje. El día 19, la NASA anunciaba que el vehículo había avanzado con éxito (después de analizar el suelo), hacia su primer objetivo, una roca con el tamaño de un balón de fútbol, bautizada como Adirondack.

Para llegar hasta ella, el Spirit giró 40 grados sobre su posición y encaró la posición de la roca, avanzando durante 30 minutos en cuatro cortos pasos que totalizaron 1,9 metros. Una vez en posición, a 30 cm de distancia de las ruedas delanteras, los controladores del vehículo tenían previsto enviar órdenes para examinarla con el microscopio y los espectrómetros, para analizar su composición química. Otra roca, llamada Sashimi, podría haber sido la candidata al primer análisis, pero aunque más próxima, se desestimó por motivos científicos. Esta última parece estar más cubierta de polvo que Adirondack.

Mientras, los investigadores informaban de los resultados de las observaciones realizadas en el propio suelo marciano, efectuadas por la Spirit tras descender de su plataforma de aterrizaje. El espectrómetro Moessbauer detectó la presencia de mineral olivino, que no resiste bien el desgaste, lo que sugiere que las partículas del suelo podrían ser material volcánico muy fino. Las partículas, además, se muestran muy compactas entre sí. El espectrómetro de rayos-X, por su parte, señaló que los elementos más abundantes en la sección analizada eran el silicio y el hierro.

El 21 de enero, la intranquilidad empezó a planear en el centro de control de Pasadena. Se habían enviado órdenes al Spirit y éste respondió con una señal reconociendo su recepción, pero no envió ningún tipo de datos de ingeniería o científicos durante las siguientes oportunidades de contacto. Sin embargo, situaciones parecidas habían ocurrido durante la misión Mars Pathfinder, y además, el mal tiempo meteorológico durante la transmisión de órdenes desde la estación de Australia podría haber influido en su recepción en Marte.

Al día siguiente, empezaba a ser evidente que algo le ocurría al Spirit. La dirección del programa empezó a sospechar la existencia de una seria anomalía técnica que impedía el contacto, ya fuera directo o a través de las sondas Mars Odyssey y Mars Global Surveyor.

Especulando sobre lo que estaba pasando, se habló de un problema transitorio de software que habría reinicializado el ordenador de a bordo, un pico de energía, un fallo de hardware debido a las temperaturas, o quizá la actividad de los rayos cósmicos.

La Mars Global Surveyor detectó durante uno de sus pasos lo que parecía ser una señal del Spirit, pero ésta no contenía información concreta, sólo ceros y unos, lo que sugería que el transmisor funcionaba pero no era alimentado con datos procedentes del ordenador.

Intentando averiguar más cosas sobre el estado real del vehículo, los controladores le enviaron una señal que afortunadamente fue reconocida. Pero ello ocurrió al tercer intento, perfilando un panorama a técnico de difícil explicación. Dos de las posibilidades consideradas eran la corrupción de los programas de a bordo o de la propia memoria del ordenador. Si esto era así, y el sistema de energía del vehículo seguía intacto, podría intentarse su recuperación.

El 23 de enero, a las 12:34 UTC, la antena de Madrid captaba por fin una señal directa procedente de la Spirit, durante 10 minutos y a una velocidad de sólo 10 bits por segundo. Más tarde, y durante 20 minutos, se produjo otro contacto a 120 bits por segundo, que aportaba más información, y siempre en respuesta a órdenes de la Tierra.

Dos de las órdenes consistieron en que el robot “durmiera” durante la noche marciana, como es habitual, para conservar energía. Sin embargo, ello no ocurrió. Poco después del anochecer marciano, se recibía una comunicación del Spirit totalmente inesperada, concretamente 73 megabits de datos a una velocidad de 128 kilobits por segundo, que contenía información de ingeniería interesante para los investigadores de la anomalía.

Mientras tanto, su hermano gemelo, el Opportunity, se hallaba cada vez más cerca de Marte. Con un grave problema entre manos, de cuya resolución relativamente rápida podía depender la continuidad de la misión del Spirit, los técnicos debían repartir su atención entre éste y la evolución de su compañero.

Los responsables del programa respondieron que, a pesar de los avances, podrían pasar 2 ó 3 semanas antes de que el Spirit pudiera volver a la actividad científica, si es que podía hacerlo algún día. Por fortuna, el vehículo siguió enviando datos en sucesivas sesiones que aportarían luz al asunto. Lo que quedaba claro era que el software de a bordo no estaba funcionando correctamente. Según la última telemetría, el ordenador se había reinicializado más de 60 veces en los últimos tres días. También según estos datos, el problema apareció mientras se estaba moviendo un motor que desplaza el espejo instalado en el espectrómetro infrarrojo. Un fallo técnico en esta pieza pasó a ser investigada de inmediato.

Creyendo que la situación del Spirit era estable, los ingenieros dispondrían de más tiempo para analizar la situación, y podrían colaborar en la primera prioridad ahora: la llegada del Opportunity y su aterrizaje en el otro extremo del planeta. Gracias al análisis del descenso del Spirit, el único cambio importante practicado en la secuencia de eventos sería una apertura del paracaídas a mayor altitud.

La zona de aterrizaje había sido fotografiada por la Mars Global Surveyor y ya aventuraba que el paisaje que se encontraría la Opportunity sería interesante y distinto. La misma sonda había fotografiado la zona de aterrizaje del Spirit, antes y después de su llegada, y es posible ver en las fotografías tanto a la plataforma como al escudo térmico y el paracaídas, distribuidos en el suelo marciano.

Con un ojo en el Opportunity y otro en el Spirit, los controladores recibieron buenas noticias acerca de este último. Los técnicos habían conseguido mantener el contacto con él de forma fiable, y sacarle de su estado de reinicialización periódica. El éxito de la acción confirmaba una de las teorías de los expertos: el problema se halla en las dos memorias “flash”, o en el software que las controla. El Spirit posee 256 megabytes de este tipo de memoria, parecida a la que se emplea en las cámaras digitales y que conserva la información aunque la energía se corte. Evitando su uso, se han enviado órdenes para que el vehículo use sólo la memoria RAM convencional. Gracias a ello, aceptó “irse a dormir”, y comunicar durante casi una hora a unos 120 bits por segundo.

La recuperación del Spirit será larga y precisará de varias etapas. Cada mañana, el robot deberá evitar usar la memoria flash hasta que se sepa exactamente qué le ocurre. Si todo va bien, podrá empezar a transmitir a gran velocidad, lo que abriría las puertas a averiguar la causa real del problema y a volver a la actividad científica.

Pero los científicos y la prensa no echarán en falta a la Spirit, al menos de forma inmediata. Durante la madrugada del día 25, la Opportunity recorrió el camino ya conocido por su compañera y aterrizó con total éxito en la superficie de Meridiani Planum.

La zona de aterrizaje de la Opportunity fue elegida hace meses, pero existía una cierta flexibilidad debida a la incertidumbre introducida por las características físicas de la atmósfera, cuya densidad podía afectar a la secuencia de descenso. Las últimas maniobras de cambio de trayectoria previstas se consideraron innecesarias.

La sonda Opportunity, aún unida a su etapa de crucero, inició la última fase de su viaje reorientándose para colocar su escudo térmico en la posición adecuada para poder sobrevivir al rozamiento atmosférico. Ello desvió los paneles solares del Sol, y modificó las comunicaciones con la Tierra, tal y como estaba previsto.

También se activaron los calentadores de los cohetes sólidos que contribuirían a generar el gas que hincharía los airbags, y se empezó a evacuar al espacio el gas freón utilizado hasta entonces para refrigerar los sistemas. A las 04:44 UTC, la Opportunity emitía una señal de calibración que demostraba el buen funcionamiento del sistema que mantendría el contacto con la Tierra durante el descenso. Un minuto después, y a tan sólo trece del primer contacto con la atmósfera, la etapa de crucero era expulsada definitivamente.

A las 04:59 UTC, la sonda iniciaba el ingreso atmosférico a una velocidad de 5,4 km/s. Durante los dos primeros minutos aún continuaría acelerando, para pasar después a verse frenada por el rozamiento del aire. En efecto, a las 05:02 UTC, se alcanzaba la máxima desaceleración, entre 6 y 7 veces la gravedad de la Tierra. Un par de minutos después, y con la desaceleración reducida a 1 G, se abrió el paracaídas supersónico (1.600 km/h). A continuación, se expulsó el escudo térmico inferior. Gracias a ello, el radar instalado bajo la plataforma de aterrizaje empezó a detectar la altitud con respecto a la superficie. Llegado el momento adecuado, se hincharon los airbags y se activaron los motores que practicaron el último frenazo a la trayectoria, reduciendo la velocidad de caída hasta cero a pocos metros de distancia del suelo.

A las 05:05 UTC, la señal seguía llegando fuerte a las estaciones de seguimiento, confirmando que la nave había sobrevivido al aterrizaje (tras un impacto de sólo 2 ó 3 Gs) y estaba rebotando. Un indicio suficiente como para que estallara la alegría en el centro de control de Pasadena. Personalidades como el antiguo vicepresidente americano, Al Gore, o el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, entraron a felicitar al equipo.

Fue difícil determinar cuándo se detuvo la nave. La señal de ésta rebotaba a su vez en la superficie del planeta, en dirección a la Tierra, baja en el horizonte, y ello confundió a los especialistas. Según las estimaciones iniciales, la Opportunity había aterrizado a unos 24 km del centro de la elipse donde se hallaba el punto inicialmente previsto, aún al alcance de los yacimientos de mineral que podrían delatar la pasada existencia de agua.

A diferencia de la Spirit y de la Mars Pathfinder, la Opportunity se posó cabeza abajo, con el pétalo +Y en contacto con el suelo. Eso haría un poco más largo el proceso de apertura de los paneles de la plataforma.

Con la desaparición de la Tierra bajo el horizonte, los ingenieros deberían esperar a las comunicaciones recibidas por las sondas en órbita marciana. Cuando esta información llegó hasta nosotros, se repitieron los momentos de júbilo. El vehículo no sólo se había colocado en la posición adecuada sino que ya había retraído los airbags y había captado las primeras imágenes. A las 09:12 UTC, empezaron a aparecer en las pantallas del centro de control, elevando voces de asombro.

El paisaje mostrado en ellas era completamente distinto al del lugar de aterrizaje del Spirit, cubierto con una fina capa de polvo, sin apenas piedras, pero protagonizado por un sorprendente y cercano afloramiento de rocas, algo jamás visto en Marte. Con la transmisión de la primera imagen en color, los geólogos supieron que les espera un emocionante período de exploración. Muy probablemente, el vehículo se ha posado dentro de un pequeño cráter (20 metros de diámetro), cerca de otro mayor. Esto es interesante porque permitirá conocer el interior del subsuelo sin tener que excavar.

Con los paneles solares abiertos, el Opportunity está siguiendo ahora los mismos pasos del Spirit, verificando sus sistemas y ofreciendo vistas preliminares y mosaicos de su entorno. Si todo va bien, dentro de unos días descenderá de su plataforma para empezar a moverse.

Mientras, el Spirit continúa su convalecencia. Los ingenieros ya creen que su memoria flash no está dañada, de manera que los problemas se encontrarían en los programas que la gobiernan, algo que se puede solucionar más fácilmente. Si esto es así, pronto tendremos dos robots totalmente funcionales moviéndose por el Planeta Rojo.

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