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STS-107 Columbia
17 de Marzo de 2003.
La pasada semana continuó centrada en la búsqueda de restos del Columbia y en su posterior análisis, pero también en la discusión del escenario más probable que provocó el accidente y en el grado de conocimiento que podían haber tenido los ingenieros de la NASA antes del desastre.
En este sentido, Bob Daugherty, uno de los participantes en el ya famoso intercambio de mensajes electrónicos que examinaba las posibles consecuencias del impacto de restos sobre el Columbia, durante el lanzamiento, ha tenido que salir a la palestra para denunciar que se siente frustrado por la forma en que la prensa ha malinterpretado estas acciones.
Daugherty, que trabaja en el Langley Research Center, afirma que los mensajes electrónicos entre ingenieros son habituales, y que pretenden examinar escenarios del tipo "¿y si...?", en busca de potenciales problemas. Daugherty dio su opinión sobre lo que podía pasar en el peor de los casos, pero no creía realmente que el Columbia estuviese a punto de enfrentar una situación de esta naturaleza. Es decir, el ingeniero no pensaba que la nave se estuviera dirigiendo hacia una catástrofe, o de lo contrario hubiese actuado dando a conocer su opinión en los círculos de mando oportunos. De hecho, Daugherty estaba más preocupado por los efectos que un calentamiento excesivo podía ocasionar sobre los neumáticos del tren de aterrizaje que por una hipotética explosión durante la reentrada. Como sus colegas, pensaba que el impacto de restos de espuma procedentes del tanque externo, durante el despegue, podía haber producido algún daño sobre el vehículo, y esperaba examinarlo una vez consumado el regreso exitoso del Columbia.
Mientras, los expertos de la investigación siguen creyendo que la causa más probable del accidente fue el desprendimiento de algunas losetas de protección térmica en el borde frontal del ala izquierda, en la zona junto al fuselaje. Ello habría permitido la entrada de plasma en su interior y el inicio de la cadena de acontecimientos que llevaron al desastre. Las razones de la pérdida de las losetas térmicas afectadas están aún siendo barajadas, pero la caída de restos de espuma durante el lanzamiento sigue estando muy arriba en la lista de candidatos.
La telemetría de esta fase del vuelo ha indicado que unos 20 segundos antes de la caída de dichos restos (y apenas tres segundos después del momento de máxima presión aerodinámica), el Columbia pasó a través de una región de intenso viento lateral que obligó al control dinámico de la trayectoria mediante el movimiento de la tobera instalada en el acelerador sólido izquierdo. Los ingenieros creen que esto pudo causar una tensión adicional (aunque no inusual) en este lado del vehículo. Estos episodios ocurren frecuentemente, pero es sintomático que los de mayor intensidad se hayan producido durante misiones del Columbia, hacia inclinaciones orbitales idénticas y utilizando el mismo tipo de tanque externo.
Los motivos por los cuales se desprendió parte de la cubierta térmica de espuma del tanque externo están siendo también investigados. Debido a los retrasos por problemas técnicos que obligaron a posponer durante varios meses la misión STS-107, hasta este año, los técnicos tuvieron que retirar sus aceleradores sólidos para dedicarlos a otro vuelo (hacia la ISS) con mayor prioridad. El tanque externo no podía ser utilizado para este último, por su mayor peso, de modo que tuvo que ser almacenado de nuevo. Este grado superior de manipulación provocó algunos daños en la zona de protección térmica que después se desprendería, aunque entonces fueron declarados como "mínimos" o no importantes. Habrá que estudiar si todo ello jugó un papel en lo sucedido.
La posición de la NASA inmediatamente después del accidente fue que la caída de restos sobre el ala izquierda no debería haber sido causa suficiente para perder el vehículo. La agencia había aceptado como bueno el informe emitido por los expertos de Boeing sobre la cuestión. Ahora bien, sus propios ingenieros, dos o tres días después del despegue, aún seguían preocupados y solicitaron el uso de satélites espía militares para intentar fotografiar el ala izquierda. Los responsables del programa Space Shuttle no aceptaron la propuesta, porque creyeron que no obtendrían la información que se esperaba de ello. Dicha solicitud se realizó después al Departamento de Defensa por otro canal, pero fue retirada finalmente. Aunque es cierto que no hubieran evitado el accidente, las fotografías sí hubieran podido ayudar a aclarar sus causas.
Los investigadores están ahora analizando si los restos que impactaron contra el vehículo podrían haber procedido de otra zona distinta. Por ejemplo, de uno de los aceleradores sólidos. El estudio de los fragmentos recuperados del Columbia podría contribuir a esclarecer este asunto.
Analizar estos fragmentos, precisamente, está proporcionando pistas a los especialistas sobre el comportamiento del ala izquierda durante el accidente. Al parecer, la compuerta de su tren de aterrizaje no se abrió incluso durante la penetración del plasma a través de la brecha localizada en la zona frontal. Sin embargo, el aumento de las temperaturas en el interior del compartimiento del tren de aterrizaje habría dañado dicha compuerta, dejando escapar gases a través de sus juntas, en las esquinas.
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