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Espacial.
STS-107 Columbia
14 de Abril de 2003.
El
hallazgo en tierra de todos los paneles correspondientes a una de las
zonas del ala izquierda supuestamente afectadas por un impacto, implica
que la pieza detectada en órbita, durante el segundo día de misión,
tenía otra identidad. El rastreo de restos, como en este caso, puede
desbaratar teorías y matizar la investigación.
La identificación de la pieza, detectada en órbita por un radar militar
mientras se alejaba del Columbia, fue basada inicialmente en sus
características físicas aparentes. Su aspecto parecía el de un panel
rectangular y alargado que hace de puente entre las losetas normales y
las que tienen forma de U y protegen el borde del ala.
Sin embargo, ya se han encontrado todos los paneles del ala izquierda,
al menos aquellos que se supone se encontraban en la zona golpeada por
la espuma aislante procedente del tanque externo, durante el despegue,
de modo que la misteriosa pieza tendría otro origen (quizá la punta del
ala).
A pesar de esta noticia, la comisión investigadora, que empieza a
considerar el choque de restos contra el ala como la causa raíz del
accidente, va a emitir en junio un primer informe de recomendaciones que
permita a la NASA empezar a trabajar en las correcciones necesarias para
reanudar los vuelos. Algunas de ellas podrían ser anunciadas incluso
antes (como la toma rutinaria de fotografías desde satélites espía).
La comisión ha entrevistado a muchas personas de la cadena de mando, a
personal implicado en las decisiones de la misión y a trabajadores
contratistas de todo el país. A muchos de ellos, por la importancia de
su testimonio, se les ha garantizado una total confidencialidad. Se
espera así obtener más información importante, sin temor a represalias,
aunque ello implicará que sus testimonios no verán la luz pública.
En una situación que recuerda a la del accidente del Challenger y sus
problemas con las juntas aislantes de los aceleradores sólidos, se
extiende cada vez más la impresión de que la NASA no ha valorado nunca
en su justa medida la peligrosidad de la caída de material procedente de
tanque externo. Después de muchos años de impactos, durante los cuales
no se ha producido un accidente grave, los ingenieros han tenido que
conceder que sí estamos ante un punto débil del sistema.
La pieza responsable de lo ocurrido sería una cubierta aerodinámica
situada sobre el lado izquierdo del bípode al que está unido el
transbordador, y que lo mantiene sujeto al tanque externo, en su parte
delantera. Los expertos ya están diseñando un reemplazo, probablemente
metálico, que sustituirá esta cubierta térmica de espuma. En el pasado,
la cubierta se ha desprendido en numerosas ocasiones, golpeando incluso
uno de los aceleradores, pero con pocos daños. La NASA no creía que este
fenómeno fuera un peligro real para el vehículo.
La decisión, durante el vuelo del Columbia, de que el suceso no suponía
un gran riesgo, tuvo además una gestación incorrecta. Los programas
utilizados por los ingenieros de Boeing para determinar el daño que el
impacto habría producido no se habían empleado con anterioridad en una
misión real, y tampoco habían sido diseñados para ello. El análisis fue
equivocado, y la decisión tomada en base a ello, errónea.
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