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Ciencia
Espacial
Impacto Profundo
11
de Julio de 2005.
La
sonda Deep Impact de la NASA ha protagonizado otro momento álgido de la
astronáutica en nuestra búsqueda del conocimiento científico. El 4 de
julio, una nave-proyectil chocaba con rotundo éxito contra el cometa
Tempel 1, superando cualquier expectativa depositada previamente en la
misión.
Durante la fase de aproximación, la sonda Deep Impact había utilizado
sus cámaras para seguir la evolución de su objetivo. Los científicos
captaron en las imágenes del 22 de junio un estallido de actividad de
corta duración, el segundo observado en las dos últimas semanas. Sin
embargo, la zona de emisión no debería afectar a las actividades de la
sonda de sobrevuelo.
La misión consistía en dos vehículos que habían hecho el viaje desde la
Tierra unidos como uno solo. El primero, el principal, tiene el tamaño
de un automóvil compacto, y el segundo, el proyectil, reforzado con
cobre, no era mayor que una lavadora. La nave madre disponía de dos
cámaras, una de media y otra de alta resolución, que seguirían todo lo
que ocurriera. El proyectil estaba equipado con una cámara que mostraría
al cometa hasta el momento del impacto.
La misión principal sería, en efecto, chocar contra el astro y crear un
cráter que pusiera de manifiesto material “fresco” del interior. Los
restos crearían una nube de partículas que serían investigados por los
instrumentos de la Deep Impact.
Hasta ese momento crucial, todo se había desarrollado muy bien. El 23 de
junio, la sonda había ajustado su velocidad ligeramente. Otras maniobras
posteriores, de los dos vehículos por separado, garantizarían los
ángulos de visión e impacto adecuados.
El 3 de julio, a las 06:00 UTC, se separaba el proyectil de la nave
madre, después de un vuelo conjunto de 172 días, y a unos 880.000 km de
distancia del cometa. Seis horas antes se había efectuado la cuarta
corrección de trayectoria de la misión, de manera que el proyectil
quedara en la ruta exacta hacia su objetivo. Poco después, con este
último ya avanzando en solitario, se activaron sus baterías y sus
sistemas de autonavegación, y la cámara empezó a fotografiar el Tempel
1.
La Deep Impact fotografió a su compañero durante el alejamiento. Unos 12
minutos después de la separación, la nave había efectuado una corrección
para reducir su velocidad y permitir que dicha separación aumentara poco
a poco.
Ambos vehículos se comunicaban a través de una antena en banda S. La
nave principal recibiría la telemetría y los datos científicos
(imágenes), antes de retransmitirlos a la Tierra.
Y llegó el gran día. A las 05:52 UTC del 4 de julio, el proyectil
chocaba contra el cometa a una velocidad de 10,2 km/s. Antes, había
tenido tiempo de enviar espectaculares imágenes de su aproximación,
algunas de las cuales llegarían pronto a la Tierra y el resto serían
almacenadas en la memoria de la Deep Impact. Esta última no perdió
detalle del choque, pasando a 500 km del Tempel 1.
Los controladores en la Tierra supieron que todo había ido bien cuando
la telemetría del proyectil cesó cuando estaba previsto, y empezaron a
llegar las imágenes de lo sucedido. Espectaculares, mostraban una enorme
nube de partículas que hicieron aumentar seis veces el brillo del
cometa. Observatorios espaciales y terrestres de todo el mundo
contemplaron el acontecimiento.
La primera fotografía llegó a las 05:57 UTC, procedente de la cámara de
media resolución de la Deep Impact. Mostraba claramente los signos del
impacto, mucho más espectacular de lo esperado. La sonda posicionó sus
cámaras para observar los fuegos artificiales de la colisión,
protegiéndose después en el momento del máximo acercamiento y volviendo
a las observaciones poco después. Las cámaras y un espectrómetro
infrarrojo mostraron el cometa con un detalle sin precedentes, su
superficie cubierta de estructuras curiosas, incluyendo lo que parecían
pequeños cráteres.
La última imagen del proyectil se tomó 3 segundos antes del brutal
choque, a unos 30 km de altitud, aportando detalles con una resolución
de 4 metros. Después, la nave se vaporizó.
Las maniobras de acercamiento habían sido intensas. Un impulso inicial
desvió al proyectil unos 7 km, poniendo en peligro el choque. Pero las
siguientes dos correcciones volvieron a colocarlo en la ruta adecuada.
La NASA iba colocando las imágenes en su página web, que batió todos los
récords de visitas (80 millones de páginas en 24 horas). En ella se
volcaron poco a poco algunos detalles y resultados. Por ejemplo, el
Tempel 1 parece recubierto por una fina capa de polvo. La nube levantada
por el impacto resultó ser mucho más compacta y densa de lo que se
creía, lo que aumentó su reflexión lumínica. Ahora los científicos
piensan que el Tempel 1 no es un cometa corriente.
Sin embargo, los resultados y las conclusiones aún tardarán, pues la
misión envió unas 4.500 imágenes que deben ser analizadas. Se sabe, por
ejemplo, que el proyectil recibió a su vez el choque de un par de
partículas procedentes del cometa, que desviaron su cámara unos
instantes hasta que el sistema de navegación corrigió la orientación. El
impacto final se produjo con un ángulo de 25 grados respecto a la
superficie del astro. El cráter resultante puede haber sido mayor que la
estimación más optimista, al menos 250 metros.
La misión de la sonda Deep Impact ha finalizado en esencia. Pero la NASA
estudiará si puede conseguir la financiación para redirigirla hacia otro
cometa y efectuar algún sobrevuelo científicamente útil.
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