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Exploración de Marte
Informe MER

5 de Abril de 2004.

Foto: JPLLa roca llamada “Mazatzal”, examinada por el robot Spirit en el interior del enorme cráter Gusev, ha proporcionado nuevas pistas a los científicos sobre la presencia de agua en la superficie de Marte. Esta roca, de origen volcánico, muestra síntomas de haber sido expuesta, no una sino varias veces, a agua líquida, aunque quizá ésta fuera subterránea.

La naturaleza angular de Mazatzal, conformada por la acción del viento, llamó mucho la atención de los investigadores. Fue esta misma naturaleza angular la que dificultó la utilización de la herramienta de abrasión (RAT) del Spirit, que tuvo que emplearse a fondo para poder perforarla. Pero este esfuerzo suplementario culminó con el orificio más profundo practicado hasta ahora por el aparato (8 mm), en el punto bautizado como “Brooklyn”.

Las actividades científicas programadas para el 29 de marzo incluían la observación del cráter Bonneville, y también la colocación del instrumental sobre Mazatzal. El espectrómetro Mössbauer, o más en concreto, uno de sus interruptores, que no indicó la separación con respecto a la piedra, confundió al ordenador de a bordo, que ordenó paralizar las subsiguientes operaciones con el brazo robótico. El interruptor se movió sólo tres minutos después del incidente, pero el Spirit está programado para esperar a que sea el control de tierra quien aclare el error. Así pues, el vehículo tendría que repetir algunas mediciones durante las siguientes horas.

En efecto, el 30 de marzo, los instrumentos situados en el extremo del brazo robótico volvieron a observar los orificios practicados en “New York” y “Brooklyn”. En la Tierra, sin embargo, existía una cierta preocupación, porque el centro de control no recibió el habitual “bip” que indicaba que el Spirit había recibido la correspondiente secuencia de órdenes y la había activado. Tampoco se recibió otro bip previsto para 10 minutos después, de modo que los ingenieros empezaron a investigar qué podía haber ido mal. Cuando llegó el instante de la conexión entre el Spirit y la sonda Mars Odyssey, varias horas después, esta última reenvió 75 megabits de datos, indicando que a pesar de la ausencia de reconocimiento, todo había ido normalmente a bordo del robot. Los expertos están ahora investigando por qué no detectaron los bips.

Además de las observaciones sobre Mazatzal, el Spirit tomó imágenes esperando capturar la presencia de algún remolino de polvo (habituales en esta época del año), y fotografió las últimas imágenes del cráter Bonneville. Algunas de ellas podrían mostrar más claramente los restos del escudo térmico del vehículo, que cayó a varios cientos de metros del punto de aterrizaje y que son visibles al otro lado de Bonneville.

Al día siguiente, el Spirit limpió la roca Mazatzal en otro de los puntos seleccionados, el llamado “Missouri”. Retrocediendo menos de 1 metro, tomó entonces varias imágenes de la roca en su conjunto. La jornada sería la última junto a ella. El 1 de abril, el Spirit iniciaba su prolongado viaje hacia las “Columbia Hills”, unas colinas situadas en la distancia. Su primera etapa desde Bonneville transcurrió a lo largo de 36,5 metros. Resultó ser una combinación de avances “a ciegas” y a través de navegación automática. Los primeros se realizan cuando existe una buena visibilidad de todos los obstáculos y es posible avanzar de forma directa. Los avances autónomos, en cambio, controlan el entorno y permiten tomar decisiones sobre la dirección a tomar. Fue esta fase la que no se completó debido a que se superó el tiempo previsto para ella (estaba programado un recorrido de 65 metros). En todo caso, al detenerse, el Spirit realizó varias fotografías y analizó el suelo junto a él.

El 2 de abril sirvió para proseguir el viaje hacia las “Columbia Hills”, situadas a 2,3 km de distancia. Tras observar la roca “Carlsbad”, recorrió 35 metros, 15 de los cuales se realizaron de forma directa y el resto mediante navegación autónoma. El robot avanzó y retrocedió en varias ocasiones, tratando de evitar lo que le pareció era una pequeña depresión. Los próximos días estarían protagonizados por nuevos avances hacia las colinas, con breves momentos de actividad científica en puntos concretos de la trayectoria.

Por su parte, el robot Opportunity mantenía ocupados a los ingenieros en tierra. El 30 de marzo, se investigó un mensaje de error enviado por el vehículo el día antes. Se aisló el fallo en un archivo almacenado en una memoria secundaria. Al parecer, dicho archivo estaba corrupto, en una zona donde se almacenan órdenes, provocando el correspondiente error. Una vez identificado, se evitó que dicha sección perjudicara a cualquier futura secuencia de órdenes.

Resuelta la cuestión, el Opportunity pudo volver a la actividad científica, más concretamente sobre la roca “Bounced”, bautizada así porque fue una de las pocas rocas, sino la única, sobre la que el robot rebotó, protegido dentro de su airbag”, durante el aterrizaje.

“Bounced” fue examinada en profundidad durante los siguientes dos días. El día 1 de abril, por ejemplo, se empleó la herramienta de abrasión durante dos horas para producir un agujero de 6,44 mm de profundidad. El punto, llamado “Case”, fue examinado con el espectrómetro de emisiones térmicas. El día 2, se emplearon el espectrómetro Mössbauer, el espectrómetro de rayos-X y el microscopio. Las investigaciones sobre “Bounced” aún deberían prolongarse un par de días más, antes de empezar su viaje hacia el cráter “Endurance”.

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