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Lanzadera Espacial.
STS-107 Columbia

3 de Marzo de 2003.

Foto: NASALa difusión de un video de 13 minutos registrado por la tripulación del Columbia poco antes de su desintegración, un intercambio de mensajes electrónicos entre técnicos discutiendo sobre las consecuencias de la caída de fragmentos de material aislante sobre el vehículo, y el descubrimiento de restos significativos, son algunos de los hechos destacados de la pasada semana de investigaciones.

El número de fragmentos localizados sigue creciendo, aportando más pistas a la investigación que debe determinar qué ocurrió el 1 de febrero. Entre los restos hallados se encuentran algunos pertenecientes al ala izquierda, donde se cree empezó todo.

Al mismo tiempo, siguen haciéndose esfuerzos por encontrar material caído sobre Nevada o California, pero a pesar de que se ha informado del hallazgo de algunos fragmentos, no parece que pertenezcan al vehículo. Los técnicos han analizado la trayectoria de aquéllos cuyo desprendimiento se habría producido de forma más temprana, y esperan así poder señalar puntos probables de impacto en zonas situadas al oeste de Tejas.

Mientras, otros expertos han continuado analizando los 32 segundos de telemetría recibidos en White Sands con posterioridad al cese oficial de comunicaciones con el Columbia. De este análisis se desprende que el transbordador no se desintegró por completo de forma rápida y súbita, tras la interrupción de las comunicaciones, sino que es muy posible que la tripulación pudiera vivir el último y fatídico minuto.

La telemetría sugiere que el Columbia funcionó perfectamente durante buena parte de estos últimos segundos. Sin embargo, las fuerzas de resistencia encontradas en su lado izquierdo pronto sobrepasaron su capacidad de corrección de trayectoria. La nave pudo dar incluso una rotación completa sobre sí misma (lo que habría interrumpido el enlace de datos con el satélite), manteniéndose intacta. Al final de los mencionados 32 segundos, la telemetría regresa brevemente, informando de un buen funcionamiento de los sistemas internos, excepto el hidráulico (consistente con la pérdida del ala izquierda, proceso que debió cortar los conductos y la pérdida total de la presión) y un escape de combustible en el sistema de propulsión de cola. A continuación, la astronave habría perdido el control por completo, desintegrándose por las fuerzas de rozamiento.

La telemetría también sugiere que la cabina donde se encontraban los astronautas pudo permanecer intacta y presurizada durante más tiempo que el resto del vehículo, hasta que también fue destrozada por el rozamiento atmosférico. Durante este período, los sistemas debieron informar al comandante de múltiples fallos en cascada. Las alarmas habrían propiciado el inmediato seguimiento de los procedimientos de emergencia, que incluyen el cierre de los visores (incluyendo la presurización automática de los trajes) y la espera hasta una altitud adecuada para proceder al abandono del vehículo. Por desgracia, la nave fue destruida mucho antes de que ello fuera posible.

Hasta poco antes de la tragedia, nadie a bordo del Columbia parecía presagiar lo que pasaría. Laurel Clark, situada en la cabina superior del vehículo, tras el comandante y el piloto, y al lado de Kalpana Chawla, liberada de cualquier tarea de pilotaje, utilizó una cámara portátil para grabar secuencias de lo que ocurría a su alrededor. El video sobrevivió el catastrófico descenso dentro de su carcasa metálica, y aunque se quemó parcialmente, ha permitido contemplar 13 minutos de tranquila convivencia entre los astronautas. Las bromas y las risas denotan que nadie era consciente de los futuros acontecimientos, pero el video se interrumpe varios minutos antes de la desintegración propiamente dicha. La grabación fue presentada a los familiares de los astronautas, y finalmente mostrada al público. Puede contemplarse en las páginas web de la agencia, cubriendo el período situado entre las 8:35 de la mañana, hora de Houston, y las 8:48, 11 minutos antes de la pérdida de contacto.

El examen de una serie de losetas térmicas procedentes del ala izquierda confirman que fueron sometidas a una tensión fuera de lo normal. Los daños térmicos, muy acusados, podrían haber ocurrido antes o después del accidente (propiciando conclusiones distintas), por lo que aún serán necesarios nuevos análisis. En las losetas también se han encontrado acumulaciones de una sustancia anaranjada de origen desconocido. Se harán estudios comparativos sobre cuál es el resultado de una reentrada no aerodinámica en este tipo de materiales.

No se descarta aún que el ala izquierda sufriera un daño importante en su superficie durante el lanzamiento. La NASA ha dado a conocer imágenes en el visible y en el infrarrojo del Columbia en el espacio, tomados por un telescopio militar instalado en Hawai, pero éstas, aunque espectaculares y muy claras, no muestran la zona inferior del vehículo, que volaba "cabeza abajo". Otras investigaciones por medios militares confirman el desprendimiento el segundo día de misión de un objeto ligero de unos 30 por 40 cm. Pero se desconoce cuál pudo ser su origen exacto. Pudo tratarse de un fragmento inadvertido de protección térmica procedente del interior de la bodega del Columbia, o algo mucho más importante, relacionado con el accidente. El cuerpo ha reentrado ya sobre la atmósfera, quemándose.

La búsqueda de fragmentos del Columbia prosigue sin descanso, así como las tareas de clasificación en el hangar preparado para ello en el Kennedy Space Center. La NASA está utilizando las capacidades de teledetección de su avión ER-2 (la versión civil del avión espía U-2), siguiendo repetidamente la ruta de descenso del transbordador sobre Tejas, a unos 40.000 pies de altitud, para localizar restos en zonas inaccesibles.

La NASA también ha dado a conocer un interesante intercambio de mensajes entre expertos de la agencia durante los días posteriores al lanzamiento del Columbia. En ellos, se aprecia el tipo de discusiones especulativas que propició el descubrimiento de la caída de restos de espuma aislante sobre la panza del vehículo, durante el despegue. En ellos se describen posibles escenarios, incluyendo lo que podría ocurrir en el peor de los casos. Uno de los mensajes, escrito por Kevin McCluney, describe de forma bastante precisa lo que sucedió finalmente (penetración de plasma en el compartimiento interior del ala), aunque en aquel momento la aseveración no estaba sustentada en pruebas sino en especulaciones. De hecho, los técnicos no estaban preocupados por un incidente como el que sucedería, sino en uno que implicaba daños en el tren de aterrizaje, lo que pondría en peligro la maniobra de toma de tierra.

La comisión investigadora sigue estudiando el estado del único tanque externo idéntico al del Columbia que aún permanece en tierra. Sobre él podrá verificarse la posibilidad de que la caída de material aislante se debiera a un defecto de fabricación. Los tres restos identificados que cayeron sobre el Columbia procedían al parecer de la zona donde se encuentran los soportes que conectan el vehículo con el tanque externo, en la zona alta de éste. En esta área se emplea un adhesivo (GX-6300) para la unión del material aislante, el cual debe ser aplicado antes de transcurridos 90 minutos. El adhesivo podría incluso haber caducado y haber sido utilizado por error.

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