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Un Mediterráneo Cada Vez Más Salado
30 de Octubre de 2002.
Hace 150.000 años, se inició una edad del hielo anómala debido a que el mar Mediterráneo se volvió más salado. Esto vuelve a ocurrir hoy en día, y los científicos estudian si podría iniciarse un nuevo crecimiento de placas de hielo durante las próximas décadas.
Robert Johnson, geólogo y geofísico de la University of Minnesota, ha estudiado la glaciación ocurrida hace 150.000 años y ha comparado aquella situación con la que tenemos en la actualidad.
Johnson no puede predecir exactamente cómo afectarán el calentamiento global y otros factores climáticos, pero la evidencia de que el Mediterráneo está cada vez más salado es un aviso definitivo de que los patrones de circulación del Atlántico cambiarán, propiciando el crecimiento de hielo.
Paradójicamente, el calentamiento global puede promover el crecimiento de placas de hielo porque este crecimiento depende menos de las temperaturas frías que de un suministro intenso de humedad y una caída notable de nieve sobre las masas de tierra del norte.
La edad del hielo de hace 150.000 años fue anómala porque ocurrió durante una época en la que se alcanzaron temperaturas máximas en latitudes tropicales y templadas, algo que la teoría más aceptada de las glaciaciones (Milankovitch ) no puede explicar. Según esta teoría, cuando el hemisferio norte recibe mucha energía solar extra durante el verano, el hielo glacial debería reducirse. Pero hace entre 160.000 y 150.000 años, la energía solar alcanzó su máximo en todas las latitudes por debajo de los 65 grados, mientras los glaciares crecían y se combinaban en el norte de Eurasia, desde Irlanda hasta el este de Siberia. Johnson piensa que el secreto de lo ocurrido está en la salinidad aumentada del Mediterráneo, algo que está ocurriendo otra vez y que podría desencadenar una nueva edad del hielo sobre Canadá.
Para entender cómo ocurre esto, debemos pensar en el estrecho de Gibraltar, donde el agua profunda muy salada del Mediterráneo fluye hacia el Atlántico y hacia el norte, mezclándose con el agua superficial de la corriente del golfo (Gulf Stream). De la densidad de esta mezcla final depende que el agua se hunda o no, afectando a las corrientes y a las temperaturas de determinadas zonas.
En la actualidad, esta mezcla inhibe cada vez más la formación de hielo marino en el océano Ártico, reduciendo su presencia. De hecho, el hielo superficial aquí ha adelgazado en un 40 por ciento durante los últimos 30 años y podría desaparecer en unas pocas décadas más. Al fundirse el hielo, se alimenta con agua dulce el océano Ártico, pero ésta acabará por perderse completamente, lo que provocará un aumento súbito de la salinidad. En Canadá se experimentarán entonces bajas temperaturas en invierno y grandes nevadas, un proceso que inició la última edad glacial y que ahora podría llevar hielo incluso hasta las relativamente cálidas aguas próximas a la Península del Labrador.
Las razones de la mayor salinidad del Mediterráneo son el clima árido en el Sahara. Además, cada vez llega menos agua dulce al mar a través de la desembocadura del Nilo, ya que es aprovechada para regar. La salinidad marina crece por tanto, apoyada por una mayor evaporación debido al calentamiento global.
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