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Antropología
La Antigüedad del Calzado
30 de
Septiembre de 2005.
Los
hallazgos de una investigación demuestran que el calzado como protección
mecánica, es decir, para hacer frente a las irregularidades del terreno
y así no lastimarnos, empezó a utilizarse hace casi 30.000 años,
bastante después de que comenzase a ser usado como protección contra el
frío.
El moderno calzado deportivo de alta tecnología, tan ligero y eficiente
en su función, poco se parece a las lonjas de cuero que nuestros
antepasados utilizaron como apoyo mecánico en sus desplazamientos. Pero,
créalo o no, los zapatos que hoy usamos son los descendientes directos
del primer calzado que, según sugiere una nueva investigación, entró en
uso en Eurasia occidental entre 26.000 y 30.000 años atrás.
Erik Trinkaus, Profesor de Antropología Física, dedujo esas fechas por
el análisis de evidencias anatómicas obtenidas de restos de los primeros
humanos modernos, que sugieren una reducción en la fortaleza física de
los dedos más pequeños del pie de esos humanos del Paleolítico Superior,
mientras que hubo poco cambio en la fortaleza de la pierna.
Trinkaus defiende que esos primeros humanos que vivieron sometidos a los
climas reinantes en latitudes muy al Norte, empezaron a utilizar un
aislante térmico en sus pies hace alrededor de 500.000 años. Aunque las
evidencias arqueológicas indican que el calzado como protección fue
utilizado por lo menos desde la mitad del Paleolítico Superior en
diferentes regiones de Europa, su frecuencia de uso y la protección
mecánica real proporcionada por ese calzado, resultaban inciertas.
El uso de calzado protector ha sido difícil de documentar porque, en la
mayoría de los casos, no resiste el paso del tiempo. En ausencia de esa
evidencia física de calzado, Trinkaus analizó los huesos de los pies de
los humanos eurasiáticos occidentales del Paleolítico Medio y Superior,
encontrando que su anatomía comenzó a cambiar hace unos 26.000 años. En
concreto, ha descubierto que los huesos de los dedos pequeños de los
pies de los humanos de entonces eran de constitución más débil que los
de sus antepasados, mientras que los huesos de sus piernas seguían
siendo prácticamente igual de grandes y fuertes. La causa más lógica,
según ha deducido Trinkaus, debió ser la introducción del calzado.
Mientras se anda descalzo, los dedos más pequeños del pie se flexionan
para la tracción, manteniendo fuertes los huesos. El calzado de apoyo
disminuye la flexión de tales dedos, debilitándolos.
Información adicional en:
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