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Medicina
Dormir Poco Promueve Trastornos Psiquiátricos
28
de
Noviembre de 2007.
Hace
mucho tiempo que se supone que la privación del sueño puede causar
estragos en nuestras emociones. Ahora existe una base neurológica para
esta teoría, según la nueva investigación desarrollada por la
Universidad de California en Berkeley y la Academia de Medicina de
Harvard.
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En la primera investigación neurológica sobre qué sucede ante la
privación del sueño en las regiones cerebrales vinculadas a las
emociones, los resultados hacen pensar que mientras una buena noche de
descanso puede regular nuestro ánimo y ayudarnos a afrontar los desafíos
emocionales del siguiente día, la privación del sueño hace todo lo
contrario, incrementando excesivamente la actividad en la parte del
cerebro más estrechamente conectada a la depresión, la ansiedad y otros
trastornos psiquiátricos.
"Casi es como si, sin el sueño, el cerebro regresase a los modelos más
primitivos de actividad, siendo incapaz de poner en su contexto las
experiencias emocionales y de producir respuestas controladas
apropiadas", explica Matthew Walker, director del Laboratorio de
Neuroimágenes y del Sueño de la Universidad de California de Berkeley y
uno de los autores del estudio.
El fenómeno se debe, según los resultados del estudio, a que la
amígdala, la región del cerebro que alerta al cuerpo para lograr que se
proteja en situaciones de peligro, pasa a trabajar con un nivel excesivo
de actividad ante la carencia de sueño. Por consiguiente, esto entorpece
la labor de la corteza prefrontal que controla el razonamiento lógico, y
se impide la descarga de sustancias químicas tranquilizantes, necesarias
para calmar los reflejos psicológicos de alarma vinculados al instinto
de supervivencia.
Por ejemplo, en condiciones normales, si la amígdala reacciona
fuertemente a una película violenta, la corteza prefrontal le permite al
cerebro tener claro que la escena es sólo una ficción y que debe
calmarse. Pero en el cerebro privado de sueño, la corteza prefrontal
pierde influencia, en tanto que la gana el locus coeruleus, la parte más
antigua del cerebro, la cual se ocupa de liberar noradrenalina que le
permita al sujeto protegerse de las inminentes amenazas para la
supervivencia que asume se están desencadenando, una situación de falsa
alarma que produce riesgos para la salud mental.
Los resultados del estudio han sentado las bases para investigaciones
futuras sobre la relación entre el sueño y las enfermedades
psiquiátricas. La evidencia clínica ha demostrado que en casi todos los
trastornos psiquiátricos está presente alguna forma de alteración del
sueño.
Empleando imágenes obtenidas por Resonancia Magnética Funcional (fMRI,
por sus siglas en inglés), Walker y su equipo encontraron que la
amígdala, también fundamental para el procesamiento de las emociones, se
ponía un 60 por ciento más activa en respuesta a los estímulos visuales
negativos (cuerpos mutilados y otras imágenes impactantes) en los
participantes del estudio que habían permanecido despiertos durante 35
horas continuas. En cambio, el examen por fMRI del cerebro de quienes
disfrutaron de una noche de sueño en sus propias camas, mostró una
actividad normal en la amígdala.
Información adicional en:
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