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El Grosor de la Capa de Hielo de Europa
28 de Mayo de 2002.
El estudio de varios cráteres de impacto visibles sobre la superficie de la luna joviana Europa ha permitido a los astrónomos planetarios deducir que la capa de hielo que la recubre tiene al menos 19 kilómetros de espesor. Las imágenes fueron enviadas por la sonda Galileo.
Los análisis han sido realizados por Paul Schenk, del Lunar and Planetary Institute, quien ha comparado el aspecto topográfico y estereográfico de diversos cráteres pertenecientes a los numerosos satélites naturales de Júpiter.
La sonda Galileo nos ha aportado suficientes datos como para sospechar que bajo la capa helada que cubre Europa existe un océano de agua líquida. El debate se centra ahora en el grosor de dicha capa y cómo afectaría éste a la hipotética vida que podría encontrarse en el océano. Si la capa fuera delgada, existiría la posibilidad de que la luz solar penetrara, facilitando el acceso a este recurso a supuestos organismos fotosintéticos. Pero si la capa es mucho más gruesa, la luz no podría penetrar y la vida debería buscar otras fuentes de energía.
Intentando aclarar esta cuestión, Schenk ha comparado más de 200 cráteres catalogados en Europa y otras lunas hermanas. Ganímedes y Calisto, por ejemplo, podrían también poseer un océano líquido en su interior, pero su corteza helada es muy profunda (entre 100 y 200 km), de manera que sus cráteres no se ven afectados por la presencia de un océano caliente. En cambio, el científico ha visto que las formas de los cráteres más grandes de Europa son bastante distintas a las que poseen los cráteres de tamaño parecido en Ganímedes y Calisto. Ello es debido a la acción del océano interno de Europa, que funde el hielo.
Cuanto mayores son los cráteres, los relieves topográficos en Europa son más suaves. Esto implica un cambio fundamental en las propiedades de la corteza helada del satélite a medida que se gana en profundidad. Un cambio que muy bien podría implicar el paulatino paso de sólido a líquido.
El estudio de los impactos más violentos y profundos servirá pues para obtener información y pistas sobre el grosor de la capa de hielo de Europa. Basándose en esto, Schenk cree que dicho grosor podría hallarse entre los 19 y los 25 kilómetros, con un 10 a un 20 por ciento de error. Se trata de una cifra importante, que dificulta la existencia de vida en el océano, aunque no implica que ésta no se encuentre presente. Si los organismos son capaces de vivir sin luz, el grosor de la capa de hielo sólo tendrá una importancia secundaria. De hecho, hay muchos organismos en el fondo de los océanos terrestres que viven en completa oscuridad, dependiendo sólo de energía química.
Es posible que la cáscara de hielo de Europa fuera mucho más delgada en el pasado (incluso inexistente), y que la vida se originara en estas condiciones más apropiadas. Después, los organismos se habrían adaptado, evolucionando, a su nuevo hábitat.
El descubrimiento, sin embargo, complica la exploración del océano de Europa. Un robot no podría abrirse paso a través de una capa tan gruesa para investigar en busca de signos de vida. Probablemente habrá que buscar otros métodos de exploración más adecuados.
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