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Astrofísica
Edificación Cósmica
27 de Mayo de 2003.

Foto: 4C41.17: NASA/CXC/Columbia/C. Scharf et al. 3C294: NASA/CXC/IoA/A. Fabian et al.Las imágenes proporcionadas por el Chandra X-ray Observatory revelan dos distantes zonas del Universo donde reina una gran actividad. El descubrimiento muestra cómo los agujeros negros supermasivos son capaces de controlar el crecimiento de las grandes galaxias lejanas.

El potente telescopio espacial ha captado los rayos-X emitidos por las enormes nubes de partículas de alta energía que rodean a las galaxias 3C294 y 4C41.17, situadas a 10.000 y 12.000 millones de años-luz de la Tierra, respectivamente. Estas partículas energéticas son los restos de acontecimientos explosivos anteriores, acaecidos debido a la existencia de un agujero negro supermasivo en el centro de cada una de las galaxias.

En esta fase de su evolución, las galaxias contemplan cómo los agujeros negros transfieren una considerable cantidad de energía hacia el gas que las rodea, señala Andrew Fabian, de la Cambridge University. Esta situación es crucial para explicar algunas de las más extrañas propiedades de las galaxias actuales, y en especial de aquellas que se agrupan para formar grandes cúmulos.

Estamos seguramente ante un gran ciclo cósmico. Una región densa de gas intergaláctico se enfría para formar varias galaxias pequeñas, que a su vez se unen para dar forma a otra mayor con un agujero negro supermasivo en su centro. La galaxia y este agujero negro central continúan creciendo hasta que la energía generada por los chorros (jets) que surgen de sus cercanías impide la caída de más materia. Millones de años después de que la actividad de los chorros se ha calmado, la materia vuelve a caer en el agujero negro, y el ciclo se reinicia.

Tanto 3C294 como 4C41.17 se hallan en zonas del espacio donde encontramos un altísimo número de galaxias. El gas y las galaxias que las rodean finalmente formarán cúmulos de galaxias, alguno de los objetos más masivos que existen en el Universo.

Todo parece indicar que 3C294 y 4C41.17 continuarán creciendo y acumulando materia, formando cientos de miles de millones de estrellas. Pero su tamaño tendrá un límite, explica Caleb Scharf, de la Columbia University, ya que la actividad de los chorros de energía, producidos por los agujeros negros, regulará su crecimiento.

4C41.17 posee nubes de polvo donde se forman estrellas, constituyendo la más potente fuente de radiación infrarroja jamás detectada. Pero estas nubes se hallan incrustadas dentro de nubes aún mayores, cuya temperatura alcanza los 10.000 grados. Están hechas con el material que sobró de la formación de la galaxia, un material que debería haberse enfriado rápidamente por radiación en ausencia de una fuente de calor. Sin embargo, las partículas de alta energía proporcionan la energía necesaria para que brillen como lo hacen.

La mayor parte de los rayos-X que proceden de 4C41.17 y 3C294 tienen su origen en las colisiones de los electrones energéticos con los fotones del fondo cósmico, estos últimos producidos en el caliente Universo temprano. Dado que estas galaxias están muy lejos, la radiación observada se originó cuando el Universo era más joven y el fondo cósmico más intenso. Este efecto potencia la radiación X y ayuda a los astrónomos a estudiar galaxias extremadamente distantes.

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