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Ingeniería.
Un Casco Más Seguro

27 de Mayo de 2002.

Foto: The Johns Hopkins UniversityLa muerte de un deportista en unos rápidos propició una iniciativa que ahora ha dado sus frutos. Varios estudiantes de ingeniería de la Johns Hopkins University han desarrollado un nuevo casco que los aficionados a las aguas bravas sin duda apreciarán por la seguridad adicional que aporta.

Muchos de los accidentes más graves en este tipo de deportes de aventura se deben a los golpes en la cabeza, que a veces el habitual casco no puede proteger del todo. Debido al origen de la idea, los diseñadores del nuevo casco pretenden patentarlo a través de una fundación sin ánimo de lucro, de manera que pueda ser producido y vendido de forma masiva a precio de coste.

Lucas Brandon Turner, de 22 años, murió en 1998 cuando descendía por el Payette River, en Idaho, a bordo de una embarcación kayak. Aunque el joven era un experto, salió despedido del vehículo y la fuerza del agua lo empujó de cabeza contra una gran piedra. Si el casco que llevaba hubiera permanecido en su lugar, probablemente habría sobrevivido al golpe, pero no fue así. Se fue hacia atrás y dejó la frente sin protección. El impacto resultó fatal. Su padre, un hombre de negocios retirado, decidió tomar cartas en el asunto y fundó el Whitewater Research and Safety Institute, un instituto para financiar investigaciones científicas que ayuden a hacer más seguro este deporte. Colaborando con la Johns Hopkins University Bloomberg School of Public Health, el primer resultado ha sido el diseño de un casco que aumenta exponencialmente la seguridad ante este tipo de accidentes.

Michael Cordeiro y Chang Lee, de 21 y 22 años, respectivamente, se han encargado del desarrollo. Para ello estudiaron el tipo de impactos que deberá resistir el casco, y definieron sus características exactas, incluyendo un bajo peso, flotabilidad y supervivencia tras varios impactos. Debía costar menos de 30 dólares, ser confortable, estéticamente atractivo y llevaría sujeciones para evitar su movimiento.

Después de un año de trabajo, Cordeiro y Lee han presentado su prototipo y lo han sometido a diversas pruebas que tratan de simular las condiciones que se encuentran en los rápidos de un río. Por ejemplo, se sujetó el casco a la cabeza de un maniquí, y se lanzó contra ella un chorro de agua a presión (equivalente a un río circulando a unos 50 km/h). A pesar de todo, las correas mantuvieron el casco firmemente en su sitio. También se hicieron pruebas de impacto, y se comprobó su buen comportamiento en varias situaciones. Buena parte de la protección que es capaz de proporcionar procede de las tres capas de espuma EVA instaladas dentro de la carcasa. Cada capa consiste en un material de diferente densidad cuya configuración impide que absorba agua si su portador cae al río. La carcasa, por su parte, está hecha con plástico ABS. Los procesos de fabricación han sido optimizados para reducir su coste al máximo.

Así, el proyecto de investigación de los dos estudiantes no sólo servirá para elevar sus calificaciones académicas, sino que además ha dado como fruto un elemento útil que mejorará la seguridad de los deportistas, salvando vidas humanas. Se da el caso que en Estados Unidos no existe una legislatura ni industrial ni gubernamental que regule este tipo de cascos.

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