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Simulando la Ingravidez
27 de Marzo de 2003.
Una de las pocas formas que existen de liberarnos de la sensación y los efectos de la gravedad consiste en lanzarnos dentro de ella. En caída libre, los objetos se comportan como si ninguna fuerza actuara sobre ellos. Para conseguirlo, los científicos utilizan vuelos parabólicos mediante aviones, que proporcionan algunos segundos de ingravidez artificial.
No son muchos, apenas 20 segundos, pero suelen bastar para llevar a cabo experimentos cuyo desarrollo quizá haya necesitado de varios años. La Agencia Espacial Europea dispone de un avión dedicado especialmente a estas tareas, el llamado 'Zero-G' Airbus A300.
Es un hecho que la gravedad cambia la forma en que la materia y la energía interactúan, el comportamiento de gases y líquidos, e incluso la manera en que el fuego quema. La fuerza de la gravedad distorsiona frecuentemente los procesos físicos básicos que los investigadores tratan de estudiar, y es necesario buscar formas de liberarse de esta tiranía natural.
La gravedad alcanza también a las naves espaciales, pero éstas vuelan tan rápido alrededor de la Tierra que la fuerza centrífuga que generan compensa el tirón gravitatorio, proporcionando microgravedad. El problema es que enviar cargas científicas al espacio no es precisamente barato, por lo que si es posible simular la ingravidez aquí mismo, en la Tierra, aunque sea durante poco tiempo, estaremos ante una solución mucho mejor.
Como muy bien sabía Albert Einstein, un objeto en caída libre dentro de un campo gravitatorio como el de nuestro planeta verá cancelado un efecto que todos experimentamos: el peso. Se han construido pues torres de caída libre, como la Bremen Drop Tower, en Alemania, de 146 metros de altura, que permiten a paquetes de instrumentos experimentar la ingravidez durante unos pocos segundos. Como el tiempo útil es muy corto y el tamaño del paquete de instrumentos limitado, los científicos con mayores aspiraciones deben buscar otras opciones. Es el caso del 'Zero-G' Airbus A300, gestionado por la empresa Novespace. El avión permite que los propios científicos viajen con sus experimentos, y prolonga de forma significativa la duración del efecto microgravitatorio.
Despegando desde el aeropuerto de Bordeaux-Mérignac, en Francia, la aeronave suele seguir un corredor asignado sobre el golfo de Gascogne. Una vez alcanzado un nivel de vuelo a 6.000 metros de altitud, inicia sus maniobras de arco parabólico, colocándose en una inclinación ascendente de 45 grados con sus motores a máxima potencia. En estos momentos, los pasajeros experimentan una fuerza de 1,8 G, debido a la aceleración. Después de 20 segundos, y a una altitud de 7.600 metros, el Airbus reduce la potencia de los motores hasta casi cero, compensando apenas la resistencia del aire. En este punto, todas las fuerzas se ven canceladas y el avión se encuentra en caída libre. Es el momento elegido por el piloto para anunciar el inicio de un período de microgravedad de 20 segundos, que los científicos aprovecharán para realizar sus experimentos.
El Airbus alcanza el punto máximo de su arco parabólico a unos 8.500 metros de altitud, y después empieza a descender de nuevo. Cuando el ángulo de la aeronave se encuentra 45 grados por debajo de la horizontal, vuelve a acelerar sus motores hasta nivelarse, a unos 6.000 metros. Será el punto de inicio de la próxima parábola.
El avión genera unas 31 parábolas en un día. La Agencia Espacial Europea patrocina tres campañas al año (dos profesionales y una para estudiantes), cada una de ellas compuesta por tres vuelos. Así, al final del año se han acumulado 90 minutos de microgravedad, equivalente a una órbita completa de un satélite.
Información adicional en:
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