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La Identidad Está en el Olor
27 de Marzo de 2002.
 Investigadores de la Cornell University han estudiado el comportamiento de una especie de ardilla diminuta que es capaz de distinguir a sus parientes mediante el olor. Una identificación positiva o negativa guiará sus posteriores actos de forma totalmente diferenciada.
La ardilla de Belding suele vivir en el suelo. Su capacidad olfativa es notable, pues puede detectar y analizar las secreciones de las glándulas faciales de otros animales de su misma especie. Determinando si otros congéneres pertenecen o no a su familia le permitirá decidir si debe arriesgar su vida ayudándolos, o si son buenos candidatos para aparearse.
Jill M. Mateo, una de las investigadoras, dice que es como si estas ardillas fueran capaces de leer las huellas del ADN y dibujar árboles genealógicos con su órgano olfativo. Mateo sospecha que el comportamiento que de ello se deduce no afecta sólo a estos pequeños animales. De momento, estas ardillas son las campeonas de la identificación por el olor, pero quedan aún muchas especies por estudiar desde este punto de vista, incluido el Hombre.
Los resultados de este mecanismo pueden ser calificados como nepotismo. Originalmente, la palabra implica un favoritismo mostrado hacia los sobrinos, pero las ardillas no van tan lejos. Su nepotismo está limitado a madres, hermanas e hijas. Nietas, sobrinas y familiares más lejanos pueden ser identificados con detalle pero son considerados como extraños. El nepotismo ofrece ventajas y desventajas en el mundo de la ardilla, donde la defensa territorial y la huida de los depredadores a menudo implica la diferencia entre la próxima comida o formar parte de una.
Los machos de las ardillas de Belding abandonan el territorio natal después del destete, de modo que las colonias suelen estar habitadas por hembras relacionadas de diferentes edades y algunos machos jóvenes que aún deben marcharse. La defensa territorial en cooperación es importante, para defender los nidos y para mantener alejados a los adultos propensos al infanticidio. Pero la lucha puede causar heridas e incluso la pérdida de la vida, de modo que no tiene sentido (evolutivo) arriesgarse por animales que no sean de parentesco realmente cercano. Hacer sonar la alarma cuando se aproxima un depredador es aún más peligroso, ya que este comportamiento altruista convierte al valiente en el primer objetivo del coyote, mientras los demás se apresuran a esconderse. Es pues lógico que nadie dé la alarma para proteger a sus congéneres si éstos no son de su propia familia, donde se encuentran sus propios genes.
Las investigaciones de Mateo no han sido sencillas. Ante la imposibilidad de hacer un seguimiento de las relaciones entre las diversas ardillas, tomó varias muestras de las glándulas odoríferas, sin dañar a los animales, y las situó sobre cubos plásticos de diferentes colores. Dichos cubos fueron colocados después a la entrada de las madrigueras, y se observó el comportamiento de las ardillas. Si permanecían mucho tiempo oliendo es que habían detectado un olor extraño o escasamente próximo. Si el olor era conocido, bastaba una rápida acción de identificación.
Esta habilidad ayuda a las ardillas a evitar uniones con animales demasiado próximos genéticamente. Esto provocaría un número mayor de oportunidades de heredar enfermedades genéticas.
Información adicional en:
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