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Ciencias Atmosféricas.
Polución Natural, Polución Humana

24 de Septiembre de 2002.

Foto: Jacques Descloitres, MODIS Land Rapid Response Team at NASA GSFCGracias a mediciones muy precisas captadas desde el espacio y al uso de nuevos modelos por ordenador ultra-sofisticados, los científicos han empezado a producir, de forma rutinaria, mapas globales de la presencia de partículas aerosoles en la atmósfera, los cuales permiten distinguir entre la polución humana y la que tiene origen natural.

Los investigadores saben que los aerosoles, partículas diminutas sólidas o líquidas que flotan en el aire y que pueden ser transportadas a grandes distancias, pueden tener efectos muy concretos en el clima y la meteorología. Por eso, si queremos saber hasta qué punto la actividad humana está provocando un cambio climático, debemos primero aprender a distinguir entre los aerosoles producidos por nosotros (contaminación) y los que aparecen por procesos naturales (vulcanismo, incendios...).

Ya existen los medios técnicos para hacer esta distinción, y la mejor prueba de ello son los mapas que se generan constantemente, a partir de la información enviada por satélites. Los responsables de este avance son Yoram Kaufman, del Goddard Space Flight Center, y Didier Tanrè y Olivier Boucher, del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique).

El primer paso implica distinguir las grandes concentraciones de partículas pequeñas (menos de 1 micrómetro) de las que contienen partículas más grandes. Las primeras pertenecen a la categoría de las columnas de humo que proceden de la quema de biomasa o de las áreas urbanas, por ejemplo. Estas partículas pueden tener efectos en el calentamiento o enfriamiento del clima, y afectar a la intensidad de las precipitaciones. Por eso son las que más preocupan.

Para distinguir unas de otras es precisa una buena comprensión de cómo los aerosoles reflejan la luz solar en determinadas longitudes de onda del espectro. Esto es posible gracias al instrumento MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer), instalado a bordo de los satélites Terra y Aqua de la NASA, el cual mide de forma precisa la luz solar reflejada por los aerosoles hacia el espacio, diariamente, sobre casi todo el planeta, en las longitudes de onda correspondientes al intervalo que va de los 0,41 a los 2,2 micrómetros.

Más en concreto, el humo compuesto por partículas pequeñas (menos de 1 micrómetro) refleja luz en las longitudes de onda cortas (azul) de una forma más intensa que las partículas más grandes (las cuales dispersan y reflejan luz de igual forma para longitudes cortas y largas, es decir, azul, verde, rojo e infrarrojo cercano). Gracias a esta información, es posible distinguir los aerosoles producidos por el Hombre.

Sin embargo, y como indican los mapas, hay excepciones a la regla: la naturaleza también puede producir partículas pequeñas, y el Hombre partículas grandes. Para realizar una distinción efectiva se hace necesario obtener información adicional, como el uso del suelo, incendios, densidad de población, actividad económica, etc. Todos estos datos sirven para alimentar un modelo matemático.

Las observaciones de los satélites Terra y Aqua representan una sustancial mejora en este campo, respecto a las mediciones obtenidas durante los últimos 20 años por otros vehículos. 

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