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Botánica
Reemplazar el Maíz Con Hierba Perenne Reduce el
CO2 de los Cultivos Para Biocombustibles
23 de
Enero de 2009.
Convertir
bosques o praderas en cultivos para biocombustibles puede elevar o
disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, dependiendo de
qué cultivos se emplean y dónde. Y las diferencias son muy grandes. Así
lo muestran los resultados de un nuevo estudio llevado a cabo por
especialistas de la Universidad de Illinois.
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Las plantas emplean la energía solar para convertir el dióxido de
carbono (CO2) de la atmósfera en el carbono orgánico que emplean para
crecer. A medida que las plantas mueren y se descomponen, el carbono se
incorpora al suelo. El carbono orgánico es un componente importante en
la salud de los suelos, e influye sobre los niveles atmosféricos de CO2.
Siempre que el suelo es alterado, como por ejemplo cuando la tierra es
arada o desprovista de su cubierta vegetal, parte de este carbono
regresa a la atmósfera en forma de CO2.
Desde que John Deere inventó el arado de acero, la aplicación en la
región central de EE.UU. de la agricultura basada en sembrar de modo
ordenado en surcos ha provocado la reducción del carbono de los suelos
en aproximadamente un 50 por ciento.
Cualquier debate sobre las consecuencias medioambientales del uso de
vegetales para producir combustibles líquidos deberá considerar también
en qué medida cada opción afectará al contenido de carbono en los
suelos. El contenedor terrestre más grande de carbono está en la tierra.
El subsuelo que se extiende hasta un metro de profundidad retiene más de
tres veces la cantidad de carbono almacenada en la vegetación y en la
atmósfera, de manera que cualquier variación sutil de la cantidad de
carbono en los suelos puede tener un impacto enorme sobre la atmósfera
y, por ende, sobre el calentamiento global.
En Estados Unidos, cerca del 20 por ciento de los cultivos de maíz son
destinados a la producción de etanol.
Evan DeLucia, profesor de botánica en la Universidad de Illinois, y los
otros autores del nuevo estudio, analizaron estimaciones publicadas
sobre los cambios en el carbono orgánico de los suelos en áreas que
dejaron de ser tierras naturales o campos agrícolas convencionales para
ser convertidas en zonas de cultivo de vegetales bioenergéticos. Se
concentraron en el maíz, la caña azucarera, el Miscanthus, el Panicum
virgatum y otras hierbas nativas típicas de las praderas. También
evaluaron los impactos de recoger y emplear como fuente celulósica de
biocombustibles los desechos vegetales que usualmente se dejan sobre el
campo cuando se cosecha el maíz.
Su análisis demuestra que convertir tierras nativas (praderas o bosques)
a cultivos de caña de azúcar redujo dramáticamente el contenido de
carbono orgánico en el suelo, generando un déficit de carbono que podría
tardar mucho en corregirse. Mientras que las hierbas perennes añaden
carbono al suelo cada año, puede necesitarse todo un siglo para que la
caña azucarera restituya a la tierra los niveles de carbono que existían
antes de su siembra en suelos vírgenes.
Recoger los residuos de maíz para la producción celulósica de etanol
redujo también el contenido de carbono en el suelo. Cuantos más desechos
vegetales se recogieron, más disminuyó el contenido de carbono en la
tierra.
Sembrar hierbas perennes en tierras de cultivo existentes tuvo los
efectos más beneficiosos sobre el carbono de suelo, como pudieron
constatar los investigadores.
Información adicional en:
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