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Ingeniería
El Can en un Chip
20 de Noviembre de 2003.

Foto: Georgia Institute of TechnologyLos perros policía, entrenados para detectar cocaína y otros narcóticos gracias a su portentoso olfato, podrían tener los días contados en esta actividad. Científicos del Georgia Institute of Technology han creado una nueva herramienta de localización electrónica, que además de barata y fiable, no necesita que la alimenten ni acaricien.

No es la primera vez que se diseña una “nariz electrónica” para combatir el tráfico de drogas. Sin embargo, la que han preparado William Hunt y Desmond Stubbs, ambos en la School of Electrical and Computer Engineering de la Georgia Tech, en Georgia, Estados Unidos, es superior a las anteriores.

La tecnología que han puesto a punto proporciona un dispositivo portátil capaz de trabajar en tiempo real, reduciendo el tiempo necesario para una identificación positiva. El sensor, que ya ha superado las pruebas en el laboratorio y fuera de él, es una fusión elegante de biotecnología y microelectrónica, afirma Hunt.

Sólo en los Estados Unidos se gastan al año 19.000 millones de dólares en la “guerra” contra las drogas. Los perros policía son herramientas importantes en esta iniciativa, ya que su olfato está muy desarrollado, pudiendo detectar pequeñas moléculas en el rango de una parte por cada mil millones. Sin embargo, también tienen inconvenientes. Deben ser entrenados por especialistas, quienes además deben ocuparse de cuidarlos, a un alto coste. Además, cuando descubren droga, ésta debe ser analizada de todas maneras en un laboratorio, para determinar la cantidad o grado de pureza.

Por otro lado, cada perro tiene sus peculiaridades, que los hacen más o menos sensibles a determinadas sustancias. Tendrán asimismo dificultades para detectar drogas específicas si se hallan en presencia de otros olores potentes (como el del café), una táctica utilizada por muchos traficantes.

El nuevo dispositivo se ocupa de resolver todos estos problemas. Posee una alta sensibilidad (puede detectar cantidades muy pequeñas de una sustancia) y también una notable especificidad (puede distinguir entre una sustancia y otras parecidas).

Por ejemplo, el sensor puede notar la presencia de cocaína incluso si se halla en una cantidad tan baja como una billonésima de gramo. Para conseguirlo utiliza una técnica electrónica llamada SAW (surface acoustic wave), que consiste en detectar una sustancia midiendo la perturbación que causa en las ondas sonoras que atraviesan un diminuto cristal de cuarzo.

Para la especificidad, incorpora anticuerpos monoclonales (copias clonadas de proteínas llamadas anticuerpos que produce el sistema inmune para luchar contra invasores externos). Los investigadores usan anti-BZE porque este anticuerpo se diferencia sólo un poco de la estructura de la cocaína, lo que permite que se una de forma preferente a esta molécula.

El sensor SAW está cubierto con una fina capa de anti-BZE. Cuando una muestra de vapor pasa a través de él, las moléculas de cocaína se unen a las de anti-BZE, causando una perturbación en las ondas de sonido sobre el cristal de cuarzo, lo cual es detectado como una señal eléctrica. El resultado se obtiene en apenas unos segundos.

El sistema podría adaptarse en aeropuertos u otros lugares para detectar explosivos y agentes de guerra química.

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