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Psicología
No Es Bueno Enfadarse
18
de Julio de 2003.
 Saber
controlar nuestros enfados va a ayudarnos a sufrir un menor número de
dolores de cabeza. Un médico de la Saint Louis University nos recomienda
qué debemos hacer cuando la ira nos asalta. Desfogarnos o no, ésa es la
cuestión.
El enfado tiene muchos motivos. Puede proceder del repetido
comportamiento inadecuado de nuestros hijos, de un embotellamiento de
tráfico, o de una inesperada “invitación” de nuestro jefe para trabajar
en un día festivo. Enfado que frecuentemente nos guardamos dentro y que
tiene una consecuencia: dolor de cabeza.
Robert Nicholson, principal responsable de un estudio publicado en la
revista médica Headache, afirma que, en efecto, el enfado puede ser un
ingrediente más entre los que interaccionan entre sí provocándonos dolor
de cabeza.
Nicholson ha estudiado 422 adultos, entre los cuales 171 sufrían este
tipo de dolencia. El científico analizó psicológicamente a cada persona,
descubriendo si tenía o no un carácter colérico, y cuantificó cuán
frecuentes y severos eran los dolores de cabeza que padecía. También
tuvo en cuenta si el individuo tenía ansiedad o estaba depresivo,
factores que ya han sido anteriormente relacionados con el dolor de
cabeza.
Según los resultados, enfadarse puede provocar dolores de cabeza más
fácilmente que la depresión o la ansiedad, sobre todo si intentamos
mantener la ira en nuestro interior. ¿Quiere decir esto que Nicholson
recomienda exteriorizarla? No exactamente: en ocasiones este
comportamiento no es la mejor opción, dado que no podemos gritarle a
nuestro jefe o hacer gestos obscenos al conductor que nos ha perjudicado
en pleno tráfico.
Lo que propone Nicholson es aprender formas de combatir el enfado,
evitándolo. Éstas son sus recomendaciones:
-Realizar tres inspiraciones profundas. Cuando estamos enfadados,
nuestro cuerpo se vuelve tenso, y respirar profundamente ayudará a
disminuir esta tensión.
-Entender por qué estamos enfadados. Debemos actuar como detectives y
encontrar aquellos tipos de situaciones, personas o eventos que nos
despiertan la ira. Así podremos evitarlos más fácilmente.
-Expresémonos… pero asegurándonos que no hacemos más daño. Expliquemos a
los demás cómo nos sentimos, de una forma tranquila y comunicativa. Si a
pesar de todo expresar nuestro enfado podría provocar nuestro despido,
nuestro divorcio o incluso nuestra muerte, es mejor hablar con un amigo
que con la persona que la ha provocado.
-Cambiemos de entorno. Paseemos durante cinco minutos y tomemos un poco
de aire fresco. O pongamos la radio en medio del tráfico y cantemos a
pleno pulmón.
-Miremos las cosas como una graduación de grises, y no como blanco o
negro. Reconozcamos que la vida a veces es injusta y que en ocasiones
quienes nos hacen enfadar no tienen razón.
-Dejemos ir las cosas que están fuera de nuestro control. Sólo puedes
cambiarte a ti mismo y tus respuestas frente a los demás, no lo que los
otros te hagan a ti. Enfadarse no soluciona la situación y nos hace
sentirnos peor.
-Y por último, perdonemos. Quizá sea la estrategia más difícil, pero sin
duda es la más efectiva.
Información adicional en:
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