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Arqueología
El Misterio de Teotihuacan

17 de Diciembre de 2004.

Foto: Arizona State University/Saburo SugiyamaUn nuevo y espectacular descubrimiento durante las excavaciones que se realizan en la Pirámide de la Luna de Teotihuacan ha revelado un enterramiento relacionado con un sacrificio, de una época cuando la vieja metrópolis estaba en su punto álgido. El arte hallado no se parece a nada encontrado en Mesoamérica con anterioridad.

Cuando la excavación de la pirámide casi ha finalizado, emerge una interesante conclusión: el monumento era un lugar importante para la gente de Teotihuacan, que lo empleaban para aclamar el poder estatal a través de ceremonias y sacrificios. En contra de anteriores interpretaciones, el militarismo era un aspecto central en la cultura de la ciudad.

Teotihuacan, construida hace 2.000 años, fue la primera gran ciudad del hemisferio occidental. Situada a unos 40 km de Ciudad de México, la antigua civilización que la construyó dejó una extensa red que cubre ocho millas cuadradas y signos de una cultura única. Pero ni siquiera los aztecas, que le dieron su nombre actual, saben quienes fueron sus constructores. Llamaron a sus ruinas “la ciudad de los Dioses”. La Pirámide de la Luna es precisamente una de sus estructuras más viejas, y hace tiempo que se sospechaba que era un centro ceremonial.

Las excavaciones, lideradas por Saburo Sugiyama, de la japonesa Aichi Prefectural University, y Rubén Cabrera, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, han permitido hallar una quinta tumba, esta vez en el centro de la quinta de las siete etapas de construcción de la pirámide.

El enterramiento contiene los restos de doce personas, todas aparentemente sacrificadas, junto con una amplia variedad de ofrendas y de restos de varios animales de importancia claramente simbólica. Diez de los cuerpos humanos fueron decapitados. Sugiyama cree que los signos de violencia y militarismo en el enterramiento son especialmente significativos.

Todo hace suponer que se llevó a cabo algún tipo de ritual mortuorio dentro de la tumba antes de que fuera rellenada. La ceremonia debió crear una horrible escena de derramamiento de sangre con personas y animales sacrificados. Tanto si las víctimas fueron muertas en el mismo lugar como si ello ocurrió en otro cercano, este ritual fue uno de los actos más aterradores arqueológicamente registrados en Mesoamérica.

Todos los restos humanos tenían las manos atadas en la espalda, y los diez cuerpos decapitados parecen haber sido depositados, en vez de colocados con cuidado, en un lado del enterramiento. Los otros dos cuerpos, ricamente ornamentados, debieron tener un alto rango.

Los huesos de los animales debieron ser caninos (lobos o coyotes), felinos (pumas o jaguares) y aves (algunos se han identificado como águilas). Todos son símbolos de guerreros en la iconografía de Teotihuacan.

El ritual se llevó a cabo durante el proceso de ampliación de la pirámide. Los objetos simbólicos podrían indicar que el gobierno quería mostrar la expansión de su sagrado poder político y quizá la importancia de las instituciones militares.

Uno de los hallazgos más interesantes es una “ofrenda” en el centro del enterramiento, que contiene un mosaico de una figura humana, cuyas características artísticas son únicas.

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