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Astrofísica
La Luna Vista por el Chandra
17 de Septiembre de 2003.
Las
observaciones realizadas por el observatorio espacial de rayos-X Chandra
han permitido detectar oxígeno, magnesio, aluminio y silicio a lo largo
de una amplia región de la superficie de nuestro satélite. La abundancia
y distribución de estos elementos nos ayudarán a determinar cómo se
formó la Luna.
El telescopio Chandra no ha sido diseñado sólo para observar objetos muy
lejanos, sino que también puede utilizarse para fotografiar otros más
próximos, como nuestro vecino o la propia Tierra. En el caso de la Luna,
el observatorio puede detectar los rayos-X procedentes de su superficie,
causados por fluorescencia. Cuando los rayos solares bombardean el suelo
lunar, arrancan algunos electrones de las zonas internas de los átomos,
colocándolos en un estado altamente inestable. Casi inmediatamente,
otros electrones acuden para cubrir los huecos, y en el proceso
convierten su energía en rayos-X fluorescentes que pueden ser vistos por
el Chandra.
La información que aportan es complementaria a la obtenida durante los
años del programa Apolo, cuando se recogieron numerosas muestras de la
superficie (polvo y rocas) y éstas fueron llevadas a la Tierra para su
estudio químico. La ventaja del Chandra es que obtiene datos de un área
mucho mayor que la cubierta por las expediciones Apolo, explica Jeremy
Drake, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics (CfA).
La teoría más popular sobre la formación de la Luna indica que un cuerpo
del tamaño de Marte chocó contra la Tierra hace 4.500 millones de años.
El impacto arrancó escombros fundidos del manto terrestre y del manto
del otro planeta. Estos restos quedaron en órbita alrededor de la Tierra
y, en el transcurso de decenas de millones de años, acabaron uniéndose
entre sí para formar la Luna. Midiendo la cantidad de aluminio y de
otros elementos sobre una amplia área lunar, y comparando las cifras con
las del manto terrestre, Drake y sus colegas esperan ayudar a probar la
hipótesis del impacto.
La exploración del Chandra también ha ayudado a resolver el misterio de
los rayos-X procedentes de la cara oculta de la Luna, detectados por
primera vez en 1990 por el satélite ROSAT. Se creía que estos rayos-X
correspondían a electrones energéticos procedentes del Sol que chocaban
contra el suelo lunar. Chandra, sin embargo, ha establecido que dichos
rayos-X no proceden de nuestra estrella, y que ni siquiera lo hacen
desde la cara oculta de Selene, sino de la capa más externa de la
atmósfera terrestre. Las colisiones entre iones pesados de carbono,
oxígeno y neón presentes en el viento solar, con los átomos de hidrógeno
atmosféricos, ocasionan estos rayos-X.
Información adicional en:
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