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Biología
Evolución Rápida
17
de Julio de 2003.
Biólogos
de Cornell creen haber encontrado una de las razones por las que las
enfermedades humanas progresan tan rápidamente. En la pecera de la vida,
cuando los depredadores bien alimentados llevan a sus presas al borde de
la extinción, en ocasiones la evolución toma una vía rápida para ayudar
a sobrevivir a los que están siendo cazados, permitiendo que prosperen.
Esta rápida evolución, predicha por los expertos de la Cornell
University en modelos informáticos y demostrada en el laboratorio,
podría jugar un papel importante en la dinámica ecológica de muchos
sistemas depredador-presa.
Este concepto debería ser tenido muy en cuenta por los médicos que
investigan las interacciones entre las enfermedades y sus víctimas. Por
ejemplo, nos ayudará a averiguar cómo el virus del SIDA consigue cambiar
tan rápidamente, dificultando el desarrollo de vacunas adecuadas.
Según Takehito Yoshida, autor principal del artículo publicado en la
revista Nature, la evolución no tiene que ver sólo con dinosaurios y
simios. Puede ocurrir mucho más rápidamente de lo que se creía hasta
ahora. Para demostrarlo, Yoshida utilizó animales multicelulares casi
microscópicos, llamados rotíferos (Brachionas calyciflorus), que viven
consumiendo algas verdes (Chlorella vulgaris) mucho más pequeñas que
ellos.
Ambas especies vivieron durante meses en quimiostatos transparentes de
cristal, con nutrientes para las algas y agua. Observando con atención
la evolución de cada población, el grupo de investigadores de Yoshida
apreció que sus correspondientes altibajos se producían “fuera de fase”.
Cuando las poblaciones de rotíferos eran muy abundantes (porque
previamente habían tenido muchas algas para comer), las poblaciones de
algas alcanzaban su punto más bajo (habían sido consumidas hasta casi
desaparecer). Cuando las algas eran súper-abundantes, ocurría lo
contrario: apenas quedaban rotíferos para comerlas. Estas situaciones se
repetían cíclicamente, en el plazo de varias semanas.
Según los modelos por ordenador utilizados, sólo la evolución de la
presa podía explicar el efecto de oscilación. Una vez comprendida la
situación, los modelos permitieron realizar predicciones que después
serían cotejadas con experimentos. Así, se utilizaron quimiostatos bajo
dos tipos de condiciones: en una todas las algas unicelulares eran
clones genéticamente idénticos, un grupo que no podría evolucionar en su
beneficio en una situación difícil; en la otra, la población de algas
era genéticamente variada, para garantizar que en los genes disponibles
pudieran haber una o dos innovaciones evolutivas que permitieran su
salvación.
Después de hacer funcionar los quimiostatos durante meses y de
contabilizar las poblaciones de forma diaria, la predicción del modelo
informático fue corroborada. Las poblaciones de un único clon
ascendieron y cayeron rápidamente en sincronía con el número de
rotíferos. En cambio, en las poblaciones de algas con variación
genética, éstas podían pasar períodos más largos de tranquilidad, cuando
eran abundantes y sus depredadores escasos, o de agonía, cuando se
esforzaban por reconstruir su número.
En vez de en millones de años, las algas fueron capaces de evolucionar
en un período de semanas. Los cambios que adoptaron no están claros,
pero parece que se las ingeniaron para pasar por el tracto digestivo del
rotífero sin ser digeridas, permitiéndoles sobrevivir y reproducirse de
nuevo. Pero para lograr esta mejora, las algas nuevas tuvieron que dejar
algo por el camino: crecían más lentamente. Esto les produjo una
desventaja, y las algas digeribles multiplicaron su número más
fácilmente que ellas, permitiendo que el ciclo se repitiera de forma
indefinida.
Los científicos de Cornell creen que este ciclo de evolución rápida,
entre defensa y vulnerabilidad, podría tener puntos de contacto con las
enfermedades humanas. Desde este punto de vista, quedará muy poca gente
en el mundo que mantenga en sus genes la resistencia a la epidemia de
gripe de 1918, por lo que es posible que ésta regrese algún día.
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