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Aguas Residuales Limpias en la Industria Papelera
15 de Julio de 2002.
Un problema habitual en zonas y poblaciones en las que hay industria papelera es el vertido de efluentes residuales en los ríos, con la toxicidad que ello comporta para el medio ambiente y las molestias para la población vecina, ya que estas aguas generan mal olor y dan un aspecto blancuzco a las aguas del río.
Con la incorporación de circuitos cerrados de agua en estas empresas, se evita en parte el problema, ya que en lugar de verter el efluente al río, éste se depura y reutiliza para producir nuevo papel. El tratamiento primario de estos circuitos elimina básicamente la materia en suspensión.
Pero ésta es una solución parcial. Las aguas que se generan en la industria papelera llevan muchos aditivos, necesarios para la fabricación del papel. Detergentes, agentes blanqueantes, biocidas para evitar cultivos microbianos, antiespumantes... todos ellos hacen que estas aguas residuales sean muy contaminantes y presenten una elevada toxicidad. Además, también tienen muchas partículas en suspensión, como arena u otras impurezas. Así, por ejemplo, mientras que el agua de los ríos tiene normalmente una concentración media de contenido orgánico total (COT) de entre 5 y 10 miligramos por litro, la concentración en el agua de estos circuitos acostumbra a ser de 5.000 miligramos por litro. La presencia de todas estas sustancias en las aguas de proceso no solo comporta un problema de contaminación en el caso de vertido accidental sino que, en última instancia, el agua "sucia" afecta negativamente en la calidad del papel fabricado, especialmente por lo que respecta a la incorporación de productos tóxicos en el producto final.
El tratamiento primario elimina partículas en suspensión pero no elimina los contaminantes orgánicos, así que estos circuitos acaban acumulando aguas con concentraciones muy elevadas de material orgánico tóxico que sólo se podría eliminar aplicando un tratamiento secundario o biológico. Las ventajas de incorporar un tratamiento secundario serían, por ejemplo, la posibilidad de poder verter, en caso de necesidad, agua al río, ya que ésta estaría limpia. También permitiría almacenar toda el agua del circuito en un gran depósito o piscina ad hoc -una opción que el sector empieza a aplicar- en caso de limpieza de las instalaciones o de parada de máquinas.
Para obtener un efluente totalmente limpio, grupos de investigación de la Universidad de Lund (Suecia), de la Helsinki University of Technology (Finlandia) y del Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales de Barcelona (CSIC), junto a dos empresas de Suecia y España, se han unido en un proyecto del V Programa Marco de la Unión Europea. Coordinado por le empresa sueca Anox Ab, el trabajo tiene como objetivo desarrollar un tratamiento secundario biológico que se adapte a los circuitos cerrados de agua específicos de las industrias papeleras. Cabe destacar que una parte fundamental de este tipo de proyectos es la participación de empresas que faciliten un entorno real para poder analizar muestras de agua, implementar prototipos o nuevas tecnologías de depuración de agua y, finalmente, para evaluar la eficacia de los resultados desde un punto de vista técnico y económico.
"Nuestra participación en el proyecto", explica Silvia Lacorte, investigadora del IIQAB-CSIC, "es analizar las aguas del circuito cerrado de una empresa de papel reciclado para establecer el nivel de contaminación y toxicidad". El grupo de Suecia está desarrollando el tratamiento secundario del agua, mientras que la Universidad de Lund desarrolla el sistema que debe controlar los parámetros del agua de forma automática. El grupo de Finlandia, por su parte, ha establecido los parámetros de calidad de papel en función del agua que se utiliza para su fabricación.
El proyecto, que se inició en el año 2001, tiene una duración de tres años. Hasta ahora, explica Silvia Lacorte, ya se ha desarrollado a escala piloto el tratamiento secundario biológico, "basado en un bioproceso anaeróbico y aeróbico utilizando bacterias". El paso siguiente será la adaptación a escala real y superar lo que es uno de los principales problemas, es decir, cómo evitar que los biocidas presentes en el agua del circuito afecten a las bacterias en las que se basa el tratamiento secundario. (R+D CSIC)
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