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Ecología
Los Grandes Mamíferos Herbívoros, Cruciales Para
una Simbiosis Arbol-Hormiga
12 de Marzo de 2008.
En
regiones tropicales, las hormigas y las acacias han vivido en una
interdependencia tan intricada que ha fascinado desde siempre a los
científicos. Ahora, unos investigadores desvelan que en África, esta
alianza árbol-hormiga depende de los mismos antagonistas de los que se
defiende: los grandes mamíferos herbívoros africanos.
Menéame
Los investigadores han encontrado que los elefantes, las jirafas y otros
grandes herbívoros espolean a las acacias para "contratar" y mantener a
las hormigas como guardaespaldas, mientras que sin los mamíferos, los
árboles evitarían su inversión en las hormigas, quedando expuestos ambos
a otros atacantes. A causa de que muchos animales están amenazados por
las actividades humanas, las conclusiones del estudio sirven como un
aviso de que los impactos humanos contra un ecosistema pueden tener
efectos secundarios inesperados.
El mutualismo, o las interacciones cooperativas entre especies
diferentes, es un fenómeno común en la naturaleza. Es también conocido
entre los vegetales y los insectos, y algunas de las primeras
observaciones de mutualismo planta-hormiga fueron hechas en América
Central.
Lo que diferencia a este nuevo estudio es que muestra cuán fácilmente
pueden desaparecer estas relaciones, que deben haber evolucionado a lo
largo de muchos milenios, cuando se elimina una pieza crítica.
Las acacias son comunes en los trópicos y la sabana subsahariana. Estos
árboles poseen estructuras que sirven de nido para tres especies de
hormigas mordedoras. Los árboles sanos tienen cientos de estas
estructuras, a menudo conteniendo más de 100.000 hormigas por árbol.
Tanto las hormigas como las acacias se benefician de esta cooperación.
Las hormigas obtienen estos refugios que están acorazados por espinas,
así como el néctar que recolectan de las bases de las hojas del árbol.
Como las hormigas se movilizan en defensa de cualquier cosa que moleste
a los árboles, estos obtienen de ellas una buena protección.
Así son las cosas cuando el mutualismo está funcionando bien. Pero la
nueva investigación se centró en un fenómeno problemático. Todd Palmer,
el autor principal del estudio y profesor de zoología en la Universidad
de Florida, se percató de que ciertas acacias en el área que él
estudiaba en Kenia Central, las cuales habían sido protegidas con cercas
de los herbívoros salvajes, presentaban un aspecto enfermizo en
comparación con las acacias no cercadas de la zona. Esto es lo opuesto
de lo que podría esperarse, porque los herbívoros se alimentan
vorazmente de estos árboles.
Palmer observó que los árboles enfermos parecían tener menos nidos
espinosos, así que comenzó a medir ésta y otras diferencias en los
árboles de seis parcelas cercadas y seis abiertas. Las primeras habían
estado rodeadas por una valla electrificada a 8.000 voltios durante 10
años.
Las observaciones confirmaron que los árboles cercados tenían menos de
esas estructuras espinosas hinchadas que servían de nidos a las
hormigas. La investigación también reveló que los árboles cercados
tenían menos estructuras productoras de néctar en la base de las hojas
donde las hormigas pudieran alimentarse. Esto indicó que los árboles
estaban produciendo menos néctar.
Además, las hormigas de las parcelas cercadas tenían una menor capacidad
defensiva que sus congéneres de las parcelas abiertas.
Sin mamíferos merodeando que pudieran comer de los árboles, estos ya no
necesitaban emplear sus recursos para mantener a las hormigas, pero
entonces pasaban a quedar más expuestos a los ataques de otros insectos.
La investigación reveló que esas colonias de hormigas cuya relación de
mutualismo con las acacias se había terminado se volvían menos capaces
de defender su territorio frente a otra especie de hormiga que, a
diferencia de la primera, no establece ninguna relación de mutualismo
con las acacias. Dicha hormiga invasora no obtiene su alimento de las
acacias y por tanto no se ocupa de defenderlas. De hecho, la presencia
de tales hormigas promueve la de unos escarabajos que dañan a las
acacias al perforar su madera. Estos destrozos benefician a las hormigas
invasoras que pasan a utilizar como nidos las cavidades excavadas por
los escarabajos.
El resultado es que los árboles mantenidos fuera del alcance de los
mamíferos herbívoros pasan a ser infestados por los escarabajos y acaban
peor que sus congéneres de las parcelas no valladas. En concreto, sus
probabilidades de morir se duplican, y su velocidad de crecimiento es un
65 por ciento más lenta.
Información adicional en:
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