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Ecología
Los Santuarios Religiosos del
Norte de Africa Han Ayudado a Preservar Bosques Milenarios
11 de
Noviembre de 2005.
Científicos
españoles y marroquíes han llevado a cabo una investigación pionera de
los khaloas, recintos sagrados ancestrales donde se unen naturaleza y
cultura. En estas islas del paisaje se han desarrollado durante siglos
bosquetes donde se conservan especies características de la flora y la
fauna mediterráneas, ajenas a la intervención del ser humano.
Vista desde el aire, la franja del norte de África parece una gran
alfombra ocre salpicada de manchas verdes. Se trata de pequeños
santuarios, conocidos también como khaloas, marabuts o morabitos, en los
que devotos realizan actualmente sus ritos durante el año. Pero, más
allá de su función religiosa, estos enclaves constituyen auténticos
oasis de vegetación. En sus bosquetes, que han sido respetados durante
siglos y en ocasiones milenios, subsisten fauna y flora bien
conservadas, según revela un estudio publicado en el último número de la
revista Ecosistemas.
El ecólogo español Eduardo Seva y el historiador José Luis Román, de la
Universidad de Alicante, en colaboración con biólogos de la Universidad
Aldelmalek Essaâdi (Tetuán, Marruecos), han establecido que todos los
santuarios están ubicados en un alto del terreno. También tienen en
común la presencia de árboles centenarios o milenarios, entre los que se
incluye habitualmente un árbol sagrado. Por otro lado, los khaloas se
vinculan siempre a un curso de agua, ya sea un riachuelo, fuente,
manantial o pozo, al que se atribuyen poderes curativos. Las principales
diferencias surgen en la estructura de la vegetación, que varía en
función al clima de la zona en que se sitúa el santuario.
La región más rica es, sin lugar a dudas, el macizo del Rif. A lo largo
de tres campañas de muestreo en Marruecos, Seva y su equipo han
estudiado un grupo de 24 khaloas de la región Jbala, en el Rif
occidental. Su trabajo incluía la identificación tanto de aspectos
culturales (número de visitantes, períodos de máxima afluencia…) como
naturales (altura y edad de árboles de especies dominantes, cobertura de
diferentes estratos, inventario de flora…).
Comparando los datos de diferentes enclaves, los investigadores han
llegado a la conclusión de que las dimensiones del bosquete guardan
relación directa con la "importancia" del santón local o regional
enterrado en el recinto, es decir, “si históricamente representó en el
pasado un cambio de organización, logros territoriales, de organización
de los colectivos humanos, de explotación óptima de recursos, alguna
victoria sobre tropas enemigas, etc.”, explica el profesor Seva. Por lo
general son recintos de alrededor de entre 5.000 y 7.000 m2 de
superficie sin protección, aunque pueden alcanzar las 10 hectáreas.
A pesar de no contar con una barrera física que los rodee, los lugareños
muestran un profundo respeto por estos santuarios y, durante siglos, han
impedido cualquier tipo de actividad sobre ellos que no sea la oración.
“Ni una sola rama de leña ha salido de ellos desde el enterramiento del
santón”, detalla Seva. Esto ha permitido que, en condiciones climáticas
favorables como las que se dan en el Rif, se desarrolle un bosque
perfecto de ecosistema mediterráneo, con un dosel arbóreo que fácilmente
alcanza los 15 metros de altura, creando una espesura cercana a la
oscuridad en pleno día. “El 100% de las especies propias de este
ecosistema muestran una talla desmesurada, a diferencia de los bosques
peninsulares, lo que revela las altas dosis de perturbación humana que
han recibido nuestros ecosistemas mediterráneos”, lamenta el
investigador.
Por si fuera poco, estos ambientes concentran numerosas especies
animales, desaparecidas en el resto del territorio, que sólo aquí
encuentran condiciones de vida adecuadas. Por eso, los investigadores
han solicitado una nueva ayuda a la Agencia Española de Cooperación
Internacional (AECI), que ha financiado la primera parte del proyecto,
para llevar a cabo un estudio detallado de grupos concretos de la fauna
que viven en estos santuarios.
Por otro lado, los investigadores advierten que la realidad de hoy no
puede asegurar la persistencia de estas islas del paisaje. “Debemos
estudiar las claves de estos territorios antes de que desaparezcan por
completo”, concluye Eduardo Seva. (AEET)
Información adicional en:
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