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El Origen de Nuestro Ritmo de Crecimiento
10 de Diciembre de 2001.
Antropólogos y biólogos han analizado dientes fósiles para determinar que el origen de nuestro lento desarrollo hacia la etapa adulta es una característica que llegó relativamente tarde en nuestra evolución como especie.
Este lento período de desarrollo es uno de los factores que nos diferencia más de los grandes simios. Los humanos necesitamos entre 18 y 20 años para alcanzar nuestra plena madurez corporal, mientras que otras especies de primates, como los chimpancés y los gorilas, tienen bastante con 11 ó 12 años.
Si concedemos que hombres y primates tienen un origen común, los científicos se preguntan cuándo empezamos a diferenciarnos en este sentido.
Para Allan Walker y Christopher Dean, de la Penn State University, el desarrollo dental es una buena medida del crecimiento general. Por eso, han estado estudiando los dientes tanto de primates vivos como de fósiles. Han usado para ello microscopios electrónicos especiales, que han revelado su estructura interna.
Los dientes crecen de forma paulatina, de una manera similar a los árboles, que añaden anillos a cada año transcurrido. Así, los dientes preservan el registro de su crecimiento con marcas diarias a lo largo de los prismas que constituyen el esmalte. Haciendo secciones en dientes fósiles y modernos, los investigadores pueden contar las marcas diarias dentro del esmalte de humanos, simios y especies de homínidos fósiles del linaje humano.
Entre los 13 fragmentos de dientes fósiles estudiados, se incluyen los pertenecientes a los más antiguos homínidos australopitecos que vivieron hace entre 4 y 1 millón de años, y a los de los miembros más primitivos del género Homo, que vivieron hace 1,5 millones de años. Tras el análisis, se ha visto que ninguno de ellos muestra el patrón de crecimiento lento del hombre moderno. Este patrón apareció mucho más recientemente, en un fósil neandertal que vivió hace unos 120.000 años.
Los científicos esperaban que el Homo erectus, el primer ancestro fósil con muchas características humanas modernas, incluyendo las proporciones corporales, el peso y los dientes, mostrara ya este patrón, pero parece que no es así. Su cerebro no era aún tan grande como el nuestro, de modo que se confirma que el tiempo de crecimiento corporal está relacionado con el del propio cerebro.
Usando los análisis efectuados, los especialistas pueden especular sobre la edad en la que aparecía el primer molar permanente. Ello ocurre a los 6 años en el hombre moderno y a los 3,5 años en los simios, mientras que en el Homo erectus debía ocurrir entre los 4 y los 4,5 años de edad. Los paleontólogos habían usado la presencia del molar para determinar la edad del esqueleto de un niño de Homo erectus encontrado en buen estado, aceptándose una cifra de 11 ó 12 años, pero los nuevos trabajos sugieren que ésta debía estar más próxima a los 8, lo cual es una sorpresa, dada las dimensiones del esqueleto, que ya eran considerables. Una prueba más de que el tiempo de crecimiento se ha hecho más lento en los humanos modernos hace relativamente poco tiempo.
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