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Zoología
El Terrible Chupacabras es Tanto Víctima Como
Villano
10 de Noviembre
de 2010.
Con
la llegada de Halloween suelen abundar las historias de monstruos y
criaturas macabras. Entre los más temidos se cuenta la bestia legendaria
conocida como “chupacabras”.
Pero el monstruo real no es el animal pelado y con colmillos que,
supuestamente, ataca al ganado y chupa su sangre, sino una criatura
pequeña, de ocho patas, que convierte a un animal salvaje y sano en un
“chupacabras”, dijo el biólogo de la Universidad de Michigan, Barry
O’Connor.
La existencia del “chupacabras” se mencionó por primera vez después de
ataques contra el ganado en Puerto Rico donde se encontraron ovejas
muertas y con heridas punzantes, sus cuerpos totalmente drenados de
sangre. Informes similares empezaron a acumularse de otros sitios en
América Latina y Estados Unidos. Provinieron de personas que decían
haber visto animales de aspecto maligno, descritos tanto como parecidos
a perros como a roedores, o reptiles, con largos hocicos, enormes
colmillos, una piel correosa o con escamas verdosas y un olor muy
desagradable. Los lugareños juntaron una y otra cosa y llegaron a la
conclusión de que las alimañas feas eran responsables por las muertes.
Los científicos que estudiaron algunos cadáveres de chupacabras llegaron
a la conclusión de que los temidos monstruos eran realmente coyotes con
casos extremos de escabiosa o sarna, una condición de la piel causada
por ácaros que se alojan debajo de la piel. O’Connor, que estudia los
ácaros que causan el escabio, está de acuerdo y tiene una idea de por
qué los diminutos atacantes afectan a los coyotes salvajes con tanta
gravedad, convirtiéndolos en atrocidades.
En una reciente emisión por Internet titulada “Hablando de monstruos”,
que apareció en el sitio de la revista Skeptic, O’Connor explicó que los
ácaros responsables de la extrema pérdida de pelo que se ve en el
“síndrome del chupacabras”, es el Sarcoptes scabiei, que causa también
el escozor conocido como sarna en los humanos. El escabio humano es una
molestia, pero no llega a ser habitualmente un grave problema de salud o
para la apariencia, en parte porque nuestros cuerpos ya casi carecen de
pelo y en parte porque la población de ácaros en una persona es
relativamente pequeña, apenas 20 á 30 ácaros.
Los estudios de evolución hechos por O’Connor y su ex estudiante de
grado Hans Klompen, quien ahora es un profesor asociado en la
Universidad de Ohio, indican que los ácaros del escabio han estado con
nosotros a lo largo de toda la historia de la evolución, dando a los
humanos tiempo de sobra para que desarrollaran defensas. Cuando los
humanos empezaron a domesticar animales, el Sarcoptes scabiei encontró
todo un contingente nuevo de víctimas potenciales. Los perros
domésticos, al igual que los humanos, han sido anfitriones de los ácaros
el tiempo suficiente como para haber evolucionado la capacidad de
combatir la sarna, pero cuando la condición se propaga a los miembros
salvajes de la familia canina —zorros, lobos y coyotes— ahí hay que
tener gran cuidado.
“Siempre que aparece una nueva asociación de anfitrión y parásito, lo
que ocurre es bastante malo”, dijo O’Connor, profesor de ecología y
biología evolutiva y curador en el Museo de Zoología de la UM. “Causa un
gran daño y la mortalidad puede ser relativamente elevada porque esa
especie anfitriona no ha tenido historia evolutiva alguna con el
parásito, de manera que no ha podido evolucionar defensas como las que
tenemos nosotros”.
En estos animales desafortunados el gran número de ácaros que se alojan
bajo la piel causan inflamación y esto lleva a un engrosamiento de esta
última. El suministro de sangre a los folículos del pelo se interrumpe,
y cae el pelambre. En casos especialmente malos la condición debilitada
del animal deja abierta la entrada a las bacterias que causan
infecciones de piel secundarias, las cuales a veces producen un muy mal
olor. Ponga todo esto junto y ya tiene una monstruosidad fea, pelada,
correosa y maloliente: el chupacabras.
¿Las infecciones con ácaros también alteran el comportamiento de los
animales convirtiéndolos en asesinos sedientos de sangre? No
exactamente, pero hay una explicación acerca de por qué pueden ser
particularmente propensos a atacar animales del ganado menor como las
ovejas y las cabras.
“Dado que estos animales están muy debilitados tienen mucha dificultad
para cazar”, dijo O’Connor. “Por eso se ven forzados a atacar el ganado,
porque es más fácil que perseguir un conejo o un ciervo”.
Si bien el chupacabras ha alcanzado status de leyenda, otros animales
salvajes sufren lo mismo a causa de los ácaros de la sarna, dijo
O’Connor. En Australia se sabe que los ácaros están matando a los
vombátidos. “Presumiblemente los ‘wombats’ recibieron los ácaros de los
dingos, los perros salvajes, que a su vez los recibieron de perros
domésticos que los recibieron de los humanos”, señaló.
Otro ácaro relacionado e igualmente insidioso puede llevar a la
autodestrucción de las ardillas. En sus años en la escuela de grado en
la Universidad Cornell, O’Connor observó ardillas debilitadas por la
sarna que caían de los árboles. Aquella observación le llevó a realizar
una encuesta informal para determinar si las ardillas sarnosas también
eran más propensas que las sanas para terminar muertas, aplastadas en
las calles. Y obtuvo una respuesta afirmativa, la cual indica que, al
ser torturadas por los ácaros de alguna manera las ardillas eran menos
adeptas a esquivar los vehículos automotores. (U. Michigan)
Información adicional en:
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