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Microbiología
El Mecanismo de Defensa de las Bacterias

10 de Noviembre de 2003.

Foto: Donna CoveneyUn biofísico del Massachusetts Institute of Technology ha estudiado cómo algunas bacterias interactúan con otras para formar grupos, como mecanismo de defensa ante las agresiones exteriores. Con esta información podríamos desarrollar fármacos que nos ayuden a combatirlas con mayor efectividad.

Alexander van Oudenaarden ha trabajado sobre la Escherichia coli, un tipo de bacteria que usualmente no es peligrosa y que vive en los intestinos de los humanos y los animales. Una de sus cepas, sin embargo, sí lo es, ya que produce una toxina poderosa capaz de matar a una persona. Sólo en los Estados Unidos se producen más de 73.000 casos anuales de infección, habitualmente por contaminación de alimentos, resultando en 61 muertes.

Van Oudenaarden ha estudiado cómo estas bacterias “recuerdan” las señales de peligro en su entorno y su interacción con sus compañeras. El científico cree que los resultados podrían extrapolarse a bacterias aún más peligrosas que la E. coli, como los microbios del cólera.

Las bacterias E. coli se desplazan con la ayuda de flagelos, una especie de “colas” que al moverse las propulsan en el medio. Cuando se sienten amenazadas, forman grupos. Los científicos, sin embargo, no sabían cómo eran capaces de organizarse por sí mismas y cómo las comunidades resultantes mantenían los grupos estables.

Durante sus experimentos con las E. coli, el equipo de van Oudenaarden observó los efectos de las señales químicas en las células individuales. Un sistema químico de comunicación entre las células bacterianas ordena a cada una de ellas que olvide su estado individual y que se unan entre sí para protegerse cuando sea necesario. Estas aglomeraciones multicelulares pueden resistir entonces el ataque tóxico de sustancias como los antibióticos, algo que individualmente no podrían hacer.

Para observar los organismos individuales en una gran comunidad de millones de células, los investigadores etiquetaron un puñado de ellas con una proteína fluorescente de color verde, y después las siguieron con un microscopio especial.

La E. coli se puede mover de dos formas: cuando los flagelos giran juntos en dirección anti-horaria, mueven al organismo hacia delante como si fueran una hélice; cuando giran en dirección contraria, se desorganizan y el organismo se tambalea. Tras cada voltereta, la bacteria se mueve en una dirección aleatoria nueva.

En presencia de un aminoácido que es segregado cuando el organismo está bajo tensión, las E. coli se dirigen directas hacia el centro de un grupo. Si llegan al borde, se tambalean, si se encuentran dirigiéndose correctamente hacia el centro de la aglomeración, continúan, y si no, se tambalean y lo vuelven a intentar.

Cada célula de E. coli computa la diferencia que hay entre la concentración atrayente actual y la que había 4 segundos antes. De esta forma sabe si está acercándose a ella o alejándose.

Van Oudenaarden cree que si pudiéramos preparar una forma de E. coli alterada genéticamente, con una memoria 10 veces más grande (que los 4 segundos), entonces formaría grupos 10 veces mayores, y sería más difícil para ellas mantenerse en contacto. Les sería más complicado formar grupos compactos y serían más vulnerables.

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