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Biología
Encuentran Nuevo Sabor Atractivo
Para las Moscas de la Fruta
10 de
Octubre de 2007.
Las
moscas de la fruta que revolotean sobre la mesa de su cocina pueden ser
atraídas por algo más que los plátanos muy maduros. También pueden
querer un sorbo de su refresco a base de agua carbonatada. Las moscas de
la fruta detectan y son atraídas por el sabor del dióxido de carbono
disuelto en el agua, concluye un estudio.
Menéame
Kristin Scott y su equipo de investigación en la Universidad de
California en Berkeley, que realizaron el trabajo, sugieren que la
habilidad de percibir el sabor del dióxido de carbono puede ayudar a la
mosca de la fruta a explorar, capacitándola para buscar comida nutritiva
en vez de la que está demasiado madura y es potencialmente tóxica.
Las moscas de la fruta poseen versiones similares de muchos genes
humanos, y por eso los científicos las estudian con miras a obtener
datos útiles sobre diversas cuestiones de salud humana, incluyendo el
sentido del gusto. Esta investigación plantea la pregunta de si las
personas también podemos tener la capacidad de percibir el sabor del
dióxido de carbono y quizás otros productos químicos en los alimentos.
Si se demuestra que esto es cierto, nuestro sentido del gusto podría ser
más aún complejo de lo que pensábamos. Los científicos reconocen
actualmente cinco sabores para la capacidad humana: dulce, salado,
amargo, ácido y umami (sabor carnoso agradable). Antes de los nuevos
resultados, se sabía que las moscas de la fruta podían percibir el sabor
de lo dulce, lo amargo y lo salado.
Los investigadores matizan que la atracción de la mosca de la fruta por
el sabor del dióxido de carbono es en una escala mucho menor que para el
azúcar, por lo que puede ser utilizado más como un posible potenciador
del sabor en vez de como un sabor completo. Esto tiene sentido, ya que
el dióxido de carbono no nutre a la mosca.
En los humanos, la capacidad de captar el sabor se apoya en las células
del gusto, células sensoriales que se encuentran en racimos en las
papilas gustativas de la boca, la lengua y la garganta, y que expresan
ciertas proteínas llamadas receptoras. Éstas son activadas por
sustancias químicas específicas que estén presentes en alimentos y
bebidas. Cuando un receptor es activado por alguna de esas sustancias
químicas específicas, se genera una señal eléctrica que viaja hasta el
cerebro. El sentido del gusto en la mosca de la fruta, o Drosophila
melanogaster, opera de manera muy similar, excepto que éstas tienen
neuronas del gusto en lugar de células del gusto, y que las neuronas del
gusto se encuentran en estructuras distintas a las papilas gustativas.
Aunque estas estructuras de la mosca pueden encontrarse en muchas zonas,
la mayor parte se concentra sobre cierta parte de la probóscide, una
larga estructura tubular que se origina en la cabeza.
Los investigadores creen que a estas moscas les gustan las altas
concentraciones locales de dióxido de carbono. Así, cuando el dióxido de
carbono lo producen ciertos alimentos aptos para ellas, las moscas lo
prueban y les gusta. Pero si existen niveles globales incrementados de
dióxido de carbono en el aire, tal como ocurre si una fuente de
alimentos se estropea y es potencialmente toxica para las moscas,
entonces el CO2 las repele.
Información adicional en:
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