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Astrofísica
Velocidad Límite de Rotación
7
de Julio de 2003.
La
radiación gravitatoria, ondas en el tejido del espacio-tiempo
pronosticadas por Albert Einstein, podría actuar como un guardia de
tráfico cósmico, protegiendo a los púlsares para que no giren demasiado
deprisa y acaben destruyéndose a sí mismos.
Los púlsares son objetos que giran muy rápido alrededor de su eje.
Consisten en el núcleo desnudo de estrellas que estallaron en forma de
supernova y contienen el equivalente a la masa de nuestro Sol en una
esfera de neutrones comprimida de apenas 16 km de diámetro.
Algunos púlsares forman pareja con otra estrella normal. Cuando ello
ocurre, pueden robarle gas a esta última, un fenómeno que aumenta su
velocidad de giro hasta alcanzar una revolución por milisegundo, casi el
20 por ciento de la velocidad de la luz. Estos púlsares acabarían
destruyéndose a sí mismos si aumentaran aún más la velocidad, pero
parece que esto no puede ocurrir, gracias a los efectos de la radiación
gravitatoria.
Se trata, al menos, de la explicación más plausible al aparente límite
descubierto por los astrónomos. Cuanto más rápido gire un púlsar, más
radiación gravitatoria liberará, lo cual deformará su forma esférica,
evitando que continúe acelerando.
Sólo teóricamente, los púlsares podrían girar el doble de rápido de lo
que lo hace el más veloz conocido. Pero algo lo impide, explica Deepto
Chakrabarty, del Massachusetts Institute of Technology.
Las ondas gravitatorias son parecidas a las olas del océano. Son ondas
que se desarrollan en las cuatro dimensiones del espacio-tiempo.
Pronosticadas por Einstein en su teoría de la Relatividad, estarían
producidas por objetos masivos en movimiento, aunque aún no han sido
detectadas de forma directa.
Un púlsar creado en una explosión supernova, al reducir su radio de
forma súbita, como haría una bailarina clásica, empieza a girar a una
velocidad de unas 30 veces por segundo, un ritmo que irá disminuyendo
durante los próximos millones de años. Pero si el púlsar se halla en un
sistema binario y utiliza su gravedad para robarle materia a su
compañera, este flujo puede acelerar el giro del púlsar hasta que
alcance la cifra de cientos de veces por segundo.
En algunos púlsares, la acumulación de material procedente de la
estrella compañera produce, durante unos segundos, una explosión
termonuclear masiva que emite un estallido de rayos-X detectable desde
la Tierra. Satélites como el Rossi XTE pueden localizar estas
explosiones y calcular, en base a ellas, el ritmo de giro de la estrella
de neutrones.
Después de estudiar 11 púlsares, no se ha encontrado ninguno que gire
más rápido que 619 veces por segundo, a pesar de que la sensibilidad del
Rossi Explorer podría detectar uno que lo hiciera a 4.000 veces por
segundo. Según los cálculos de los astrónomos, sin embargo, un púlsar se
rompería entre las 1.000 y las 3.000 revoluciones por segundo.
Estadísticamente, no parece existir ningún púlsar que gire a más de 769
rps.
Información adicional en:
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