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Impacto Súbito
7 de Junio de 2002.
Como el golpe mal dirigido de un boxeador en la categoría de los pesos pesados, una tormenta solar puede afectar a la Tierra aunque haya surgido desde el otro lado de la inmensa esfera gaseosa de nuestra estrella. Los heliofísicos han estudiado una de estas tormentas, desencadenada en abril de 2001, y han comprobado cuál fue su verdadero alcance.
La erupción solar, llamada CME (Coronal Mass Ejection), surgió efectivamente desde el hemisferio del Sol que no teníamos a la vista. A pesar de eso, se expandió de forma lateral y alcanzó también a nuestro planeta.
Estas erupciones pueden lanzar miles de millones de toneladas de gas electrificado (plasma) al espacio, viajando a una velocidad de 1,5 millones de km/h. Los astrónomos solares vigilan constantemente estos acontecimientos porque cuando alcanzan la órbita de la Tierra pueden ser responsables de ciertas anomalías. Por ejemplo, si la orientación de los campos magnéticos contenidos en la nube de plasma es contraria a la dirección del campo magnético terrestre, ambos se fusionan y la CME lanza sus partículas de plasma de alta velocidad sobre nuestro planeta, creando una intensa tormenta espacial. Estos ataques pueden perjudicar el funcionamiento de los satélites artificiales, las comunicaciones o las distribuciones eléctricas.
La reciente investigación de la tormenta del 18 de abril de 2001 sugiere que deberemos tener cuidado también con las tormentas que no se dirijan directamente hacia nosotros, lo cual complica la predicción de estos fenómenos. Gracias a una compleja coordinación, varios observatorios terrestres y espaciales aportaron simultáneamente datos sobre la citada tormenta, lo que permitió descubrir que su origen se encontraba en la zona trasera del Sol, cerca del limbo occidental.
Los heliofísicos utilizaron instrumentos instalados en los satélites SOHO, ACE, GOES y Wind, para obtener toda la información posible del evento. También se utilizó un radiotelescopio japonés. La observación simultánea en varias longitudes de onda permitió definir más claramente las características del fenómeno.
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