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Biología
El Componente Neuronal de la Obesidad
6 de Septiembre
de 2010.
¿Por
qué dos personas pueden comer los mismos alimentos ricos en grasas y
calorías, haciéndolo en cantidades proporcionalmente iguales a su
estatura, y una se vuelve obesa y propensa a la diabetes, mientras que
la otra mantiene una silueta delgada? Esta pregunta ha desconcertado
desde hace mucho tiempo a los científicos. Ahora, los resultados de una
investigación ofrecen una explicación al misterio: Durante la gestación,
en el cerebro en desarrollo del feto es prefijada una tendencia hacia un
determinado peso corporal.
Bajo la dirección de Tamas Horvath, catedrático de medicina comparativa
y profesor de neurobiología, obstetricia y ginecología en la Escuela de
Medicina de la Universidad Yale, el equipo de investigación estudió la
misma cuestión en grupos específicos de ratas. Estos animales habían
sido criados con el propósito de que su vulnerabilidad a la obesidad
inducida por la dieta fuera conocida antes de que se les sometiera a
dietas ricas en grasas y calorías.
Los animales que se volvieron obesos ya tenían una diferencia importante
en una parte del cerebro dedicada a gestionar la alimentación. Las
neuronas que deben emitir una señal de saciedad cuando el individuo ha
comido lo suficiente, son mucho más lentas en los animales con ese
problema, porque son inhibidas por otras células. En animales
resistentes a la obesidad, estas neuronas indicadoras de la saciedad son
mucho más activas, y por eso siempre están listas para enviar señales de
saciedad al resto del cerebro y a tejidos periféricos cuando el
individuo ha consumido suficiente comida.
Parece, por tanto, que este "cableado base" del cerebro es un factor
determinante en la predisposición de cada individuo a desarrollar
obesidad. Lo observado durante este estudio respalda la idea de que la
voluntad personal está menos implicada en la propensión a la obesidad de
lo que se creía. La obesidad, argumenta Horvath, está más relacionada
con las conexiones que se forman en nuestro cerebro durante el
desarrollo.
Horvath destaca otras consecuencias no deseadas de estos mecanismos
cerebrales perturbados. Aquellos sujetos que son vulnerables a la
obesidad inducida por la dieta también desarrollan inflamación cerebral.
En cambio, quienes son resistentes a la obesidad inducida por la dieta
no desarrollan esa inflamación cerebral.
La obesidad inducida por la dieta se ha vuelto uno de los problemas
médicos más preocupantes en Estados Unidos, dada su alta incidencia en
la población. En particular, el índice de obesidad en la infancia ha
llegado a niveles sin precedentes. Debido a que la genética por sí sola
no puede explicar la oleada de obesidad en la sociedad estadounidense,
es obvio que los malos hábitos alimentarios, fomentados por la cultura
culinaria del país, son una causa.
El punto de vista emergente de los expertos es que, aparte de la
genética, en la gestación el impacto materno sobre el cerebro en
desarrollo probablemente sea decisivo en el "diseño" de esos circuitos
de control de la alimentación, determinando así en un grado importante
la vulnerabilidad o resistencia del individuo frente a la obesidad.
Información adicional en:
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