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Psicología
Tartamudeo y Procesamiento del
Lenguaje
6 de
Agosto de 2004.
Las
investigaciones realizadas por personal de la Purdue University muestran
que incluso cuando las personas que tartamudean no hablan, sus cerebros
procesan el lenguaje de forma distinta.
Según Christine Weber-Fox, tradicionalmente, el tartamudeo ha sido
considerado un problema relacionado con la forma en que una persona
habla, otorgándose poca atención a las interacciones complejas que
suceden entre los sistemas neurológicos que intervienen cuando hablamos.
Weber-Fox y sus colegas, sin embargo, han encontrado diferencias en
adultos que tartamudean (en comparación con aquellos que no lo hacen) en
cómo los procesos cerebrales procesan la información cuando piensan
sobre el lenguaje pero no están hablando. Por ejemplo, existía un
sustancial retraso en el tiempo de respuesta cuando los sujetos recibían
una tarea compleja de lenguaje. También descubrieron que en las personas
que tartamudean, ciertas áreas del cerebro están más activas cuando
procesan ciertos trabajos relacionados con el lenguaje.
La serie de estudios realizados por Weber-Fox y Anne Smith intentaba
medir los aspectos semánticos, gramaticales y fonológicos del lenguaje.
En cada estudio, se midió la actividad cerebral de adultos que
tartamudean y de otros que no lo hacen, cuando respondían en silencio,
apretando un botón, a preguntas sobre el significado de frases,
estructura gramatical, ritmo, etc.
Los adultos que tartamudean a menudo tienen un gran dominio del
lenguaje, es decir, no tienen problemas con las reglas de la gramática o
con los sonidos que se usan para codificar las palabras en nuestra
lengua. Sin embargo, cuando hablan, realizan pausas y se encallan en
ciertas palabras. Por eso, los científicos querían evaluar su actividad
cerebral cuando no tartamudeaban (cuando no usaban el sistema motriz del
habla).
Las investigaciones sugieren que no hay una sola causa para la
tartamudez. Esta es el resultado de la interacción de muchos factores
(genéticos, de lenguaje, motrices y emocionales). El mito de que es
debida a una mala educación infantil por parte de los padres o a poseer
un problema psicológico es totalmente infundado.
La tartamudez, que interrumpe el flujo del habla, afecta a un 5 por
ciento de la población, al menos en Estados Unidos, en algún momento de
sus vidas. Suele empezar en la época preescolar y tiene una mayor
incidencia en los hombres. Entre sus características destacan la
repetición de sonidos, la prolongación de sílabas, pausas largas entre
palabras, súbitos arranques…
Weber-Fox y Smith basaron sus estudios más recientes en los aspectos
fonológicos del lenguaje, sobre todo el ritmo. Midieron la actividad
cerebral en milisegundos, a través de electrodos aplicados al cráneo. Un
total de 22 voluntarios, la mitad de ellos tartamudos, observaban series
de dos palabras en una pantalla de ordenador. Su tarea consistía en
identificar qué pares de palabras rimaban sin decirlas en voz alta.
Algunas se escribían de forma parecida pero no rimaban, otras no se
parecían pero sí rimaban, y también se incluían otras combinaciones. El
método buscaba evaluar la habilidad de los adultos de traducir sonidos
sin verbalizarlos.
Los experimentos pusieron de manifiesto diferencias en el procesamiento
fundamental del lenguaje en función de la complejidad de la tarea.
Cuanto más compleja era ésta, los tartamudos respondían con un cierto
retraso. También se ha demostrado que utilizaban en mayor medida su
hemisferio cerebral derecho. Este último no es el hemisferio dominante
para el lenguaje, lo que sugiere que está interviniendo para compensar
algo que no está ocurriendo en el izquierdo.
Información adicional en:
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