Home / Ultimas Noticias

Archivo Noticias de la Ciencia y la Tecnología.

Archivo Noticias del Espacio

Contacto

 


 

Suscripciones (público/email)

Boletín Noticias de la Ciencia y la Tecnología

Boletín Noticias del Espacio

Boletín Noticias de la Ciencia y la Tecnología Plus

Suscripciones (servicios a medios)

Reproducción de contenidos en medios comerciales

Recuerda: suscríbete a nuestros boletines gratuitos y recibe cómoda y semanalmente las noticias en tu dirección electrónica.

Astronomía
M
ás Hielo en la Luna
6 de Junio de 2003.

Foto: PSRDLos astrónomos creen que nuestro satélite natural contiene hielo de agua en su superficie, un interesante recurso para sus futuros exploradores humanos. Sin embargo, este hielo sólo se encontraría en aquellos lugares donde reina una sombra perpetua, ya que de lo contrario los rayos solares ya lo habrían evaporado. Un nuevo estudio sugiere que la Luna podría tener más hielo del que pensábamos.

Según la información enviada por sondas como la Clementine o la Lunar Prospector, el hielo de agua, si existe, se encontraría en los polos del satélite. No obstante, es difícil cuantificar la cantidad de hielo que estaría presente sobre la superficie porque hay cráteres algo alejados de los polos geográficos que también podrían estar permanentemente en sombras.

El científico Ben Bussey, del Johns Hopkins University Applied Physics Lab, y sus colegas de la University of Hawaii y la Northwestern University, han utilizado simulaciones por ordenador que modelan la iluminación de los cráteres lunares, para ver cómo evolucionan las sombras a lo largo del tiempo. Los cráteres estudiados tienen menos de 20 km de diámetro. Como resultado de esta investigación, se han identificado 7.500 kilómetros cuadrados alrededor del polo norte, y otros 6.500 kilómetros cuadrados alrededor del polo sur donde existiría una mínima cantidad de sombra permanente, cifras bastante superiores a las que se barajaban hasta ahora.

El eje de rotación de la Luna es casi perpendicular al plano de su órbita alrededor del Sol (que recorre junto a la Tierra), de modo que nuestra estrella siempre permanece baja en el horizonte en los polos. A consecuencia de esto, arroja largas sombras desde los bordes de los cráteres y otros puntos altos.

En una determinada latitud, los cráteres más grandes tienen más sombra permanente que los cráteres más pequeños. Ello es debido a que los primeros poseen bordes más altos.

Una vez identificados los cráteres que presentan sombras perpetuas, es posible considerarlos candidatos a poseer hielo de agua en su interior. Por ejemplo, se han detectado 832 cráteres simples de este tipo en el polo norte, que suponen una superficie de 12.500 kilómetros cuadrados. La cantidad de sombra permanente en ellos alcanza la ya citada cifra de 7.500 kilómetros cuadrados. En el polo sur, son 547 los cráteres identificados (totalizando 11.200 kilómetros cuadrados, de los cuales 6.500 kilómetros se encuentran en sombras).

En realidad estas cifras podrían aumentar, ya que se refieren sólo a cráteres simples. Otros de aspecto más complejo podrían contener también sombras perpetuas en algunas zonas de su interior.

La temperatura en la sombra polar no excede nunca los -230 grados C. Por tanto, son áreas que actúan como trampas para las moléculas de agua, que no poseen la energía térmica para escapar de la gravedad lunar. El agua procedería de los impactos de cometas que chocaron contra el satélite (y la Tierra), hace miles de millones de años.

Los científicos opinan que el hielo se halla mezclado con el suelo (la regolita), y que podría ser extraído mediante equipos adecuados. El agua podría usarse para el consumo humano, y también como fuente de oxígeno y combustible (tras su descomposición en sus componentes químicos, oxígeno e hidrógeno).

Información adicional en:


Copyright © 1996-2003 Amazings.com. All Rights Reserved.
Todos los textos y gráficos son propiedad de sus autores. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin consentimiento previo por escrito.
Logos originales  por Gloria García Cuadrado y Daniel González Alonso, 1998