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Biología
El Misterio de la Evolución del Ojo
5 de Noviembre de 2004.

Foto: EMBLCuando los escépticos de las teorías de Darwin quieren atacarlas, a menudo se centran en el ojo. El mismo Darwin confesó que parecía “absurdo” proponer que el ojo humano evolucionó a través de mutaciones espontáneas y selección natural. Científicos del European Molecular Biology Laboratory (EMBL) han estudiado este problema, aclarando su origen evolutivo.

Detlev Arendt y Jochen Wittbrodt han descubierto que las células sensibles a la luz que se encuentran en nuestros ojos, los bastones y conos, tienen un origen inesperado: proceden de una población antigua de células de este tipo que se encontraban inicialmente en el cerebro.

Esto no es del todo sorprendente. De hecho, aún tenemos células sensibles a la luz en nuestros cerebros, las cuales la detectan e influyen en nuestros ritmos diarios de actividad. Así, es muy posible que el ojo humano se originara en estas células. Más tarde en la evolución, se recolocaron en el ojo y ganaron el potencial de proporcionar el sentido de la visión.

Los científicos encontraron que en nuestros ancestros animales existían dos tipos de células sensibles a la luz (fotorreceptores): rabdoméricas y ciliares. En la mayoría de animales, las rabdoméricas entraron a formar parte de los ojos, mientras que las ciliares permanecieron integradas en el cerebro. Pero la evolución del ojo humano es peculiar. Fueron las células ciliares que fueron reclutadas para la visión las que finalmente dieron lugar a los bastones y conos de la retina.

Los investigadores llegaron a esta conclusión estudiando un “fósil viviente”, un gusano marino llamado Platynereis dumerilii, cuyos ancestros ya vivían hace 600 millones de años. Viendo imágenes de sus cerebros, hallaron que algunas de sus células se parecían a los bastones y conos del ojo humano, y se preguntaron si ambos tipos de células sensibles a la luz podrían tener el mismo origen evolutivo.

Para confirmarlo, utilizaron “huellas moleculares”, una nueva herramienta empleada por los biólogos actuales. Una huella es una combinación única de moléculas que se encuentra en una célula específica. Así, si células de especies distintas tienen huellas moleculares coincidentes, entonces muy probablemente comparten un ancestro celular común.

La huella molecular de las células del cerebro del gusano se determinó en el EMBL. Se encontró una opsina (una molécula sensible a la luz) en el gusano que se parecía mucho a la opsina de los conos y bastones de los vertebrados. Su origen evolutivo debe ser pues común.

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