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Paleontología
Fósiles Aclaran la Evolución de
los Tigres Con Dientes de Sable
5 de
Mayo de 2006.
La
especialización ya era la clave del éxito hace 9 millones de años,
cuando surgió un nuevo grupo de animales que se convirtieron en los
reyes de la selva prehistórica. Los macairodontinos, unas criaturas
extinguidas y más conocidas como tigres con dientes de sable,
desarrollaron un método de caza más rápido y seguro, con ventajas sobre
el de los felinos, que matan a sus presas por asfixia.
Así lo revela un estudio publicado en el último número de la Revista
Española de Paleontología, que detalla el análisis de unos fósiles
hallados en el yacimiento del Cerro de los Batallones, situado en
Torrejón de Velasco (Madrid).
"Los grandes dientes y otros rasgos de los primeros macairodontinos les
permitieron cazar empleando menos tiempo y energía, y con menos riesgo
de sufrir heridas o fracturas durante la inmovilización de la presa",
señala Manuel J. Salesa, autor de la investigación. Su equipo de
paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, perteneciente al
CSIC, llegó a esta conclusión tras realizar el primer estudio en todo el
mundo sobre la anatomía funcional de estos animales que vivieron en el
período Mioceno superior.
A pesar de su nombre común, los tigres con dientes de sable no fueron
antepasados de los tigres ni de ningún otro felino, sino que formaban un
grupo aparte. Y hasta ahora poco se sabía de los primeros miembros de
ese grupo dada la escasez de restos fósiles. Sin embargo, en el sur de
la provincia de Madrid se ha descubierto un filón de pistas para
explicar su origen evolutivo. El yacimiento de Batallones-1 ha
proporcionado restos de al menos 24 individuos de Paramachairodus
ogygia, uno de los macairodontinos más primitivos, que tenía el tamaño
de un puma. Y el análisis de estos fósiles, con 9 millones de años de
antigüedad, revela el inicio del desarrollo de grandes caninos
aplanados, unido a una serie de modificaciones craneales, mandibulares y
cervicales.
Con estas innovaciones evolutivas, los Paramachairodus ogygia podían
matar rápidamente a sus presas. Una vez inmovilizadas, mediante una
fuerte flexión de la cabeza, les clavaban los caninos de sable en la
garganta, con lo que la muerte sería casi inmediata por corte del riego
sanguíneo al cerebro. Así no habría peligro de recibir una patada de la
presa que dañara sus grandes caninos, relativamente frágiles, y mermara
su capacidad cazadora. Los investigadores del Museo Nacional de Ciencias
Naturales explican que esto convirtió a los macairodontinos en cazadores
dominantes y que luego siguieron evolucionando y especializándose en
presas más grandes, del tamaño de las actuales cebras, jirafas y ñúes.
Esta especialización cada vez mayor podría haber sido también la causa
de su extinción, afirma Manuel Salesa. "Una de las posibles causas fue
un cambio en las faunas de herbívoros, que hizo que durante cierta época
del año las presas grandes migraran, como hacen los ñúes en África. Los
macairodontinos tendrían problemas para alimentarse de animales más
pequeños, y así fueron haciéndose cada vez más escasos hasta que
desaparecieron". Los últimos tigres con dientes de sable fueron los del
género Smilodon, que vivieron en América hasta hace tan sólo 10.000 años
y llegaron a ser mayores que cualquier felino actual. De ellos sí se
conservan numerosos restos, esqueletos enteros con unos caninos de hasta
18 centímetros de largo.
Los fósiles del Cerro de los Batallones explican cómo eran los
antepasados de los smilodones. Y ese yacimiento madrileño podría revelar
nuevas claves sobre los orígenes de otros grandes depredadores, dada su
gran riqueza en restos de carnívoros. Los investigadores creen que el
lugar fue en el Mioceno una trampa natural en la que también cayeron
primitivas hienas y mofetas, además de un curioso animal (el Simocyon
batalleri) emparentado con el panda rojo. Como él, tenía un falso
pulgar, y el equipo de Manuel Salesa investiga ese rasgo tan peculiar
para aclarar la evolución de los pandas. (Revista Española de
Paleontología)
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