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¿Era Lento el T-Rex?
5 de Marzo de 2002.
Aunque los paleontólogos reconocen su poder físico y su enorme capacidad depredadora, un nuevo estudio pone en cuestión que este dinosaurio extinguido, el rey de su tiempo, fuera lo bastante veloz como para atrapar a ciertas presas.
Las estimaciones realizadas hasta ahora por diversos especialistas han aportado diversas cifras, algunas de ellas bastante alejadas entre sí. Se ha hablado de que el tiranosaurio podía alcanzar unos 72 km/h, pero también que su velocidad máxima era menor, de unos 40 km/h. A pesar de todo, John Hutchinson, un científico que trabaja actualmente en Stanford, cree que este animal era mucho más lento.
Hutchinson ha colaborado con Mariano García, de Borg-Warner Automotive, y ha aplicado los principios de la biomecánica para resolver el problema. Para ello crearon un modelo de ordenador que calcula cuánto músculo necesita un animal en su pierna para moverse rápidamente. Comparando el resultado con la masa muscular derivada del análisis de los fósiles del T. rex, Hutchinson ha llegado a la conclusión de que su límite de velocidad debió estar entre 16 y 40 km/h.
Es obvio que los animales grandes no suelen moverse demasiado rápido. Cuando algún animal pequeño sí avanza rápidamente (como conejos, monos trepadores, pájaros...) debe experimentar elevadas fuerzas físicas comparadas con su escaso peso corporal. Tales fuerzas físicas son imposibles para un animal mucho mayor. Los animales acuáticos, como las ballenas, se encuentran menos limitados en este sentido, ya que el agua neutraliza parte de su peso gracias a la flotación.
El músculo del esqueleto está hecho de forma similar en todos los vertebrados. La fuerza que puede ejercer depende de dos factores: su longitud y su anchura. Pero el peso de un animal, o masa corporal, depende de tres factores: longitud, anchura y altura. Esta realidad física implica una serie de limitaciones.
Cuando un animal crece mucho, para soportar su propio peso sus músculos se hacen más y más grandes. Pero al mismo tiempo ello añade más masa, lo que implica chocar contra un muro infranqueable.
El programa de simulación de García y Hutchinson analiza el movimiento animal. Tiene fundamentos anatómicos pero sobre todo biomecánicos. Variando los diferentes parámetros (postura, centro de gravedad, peso de la extremidad, peso total), los científicos pueden cuantificar rápidamente las fuerzas físicas ejercidas durante el movimiento y la cantidad de músculo necesario para soportar las diferentes posturas y velocidades.
Para comprobar la fiabilidad del modelo, se han utilizado ejemplos de animales vivos, sobre los cuales es posible realizar mediciones directas, entre ellos primos del T. rex, como los pájaros o los cocodrilos. Así, se han conseguido algunos resultados curiosos. Por ejemplo, los pollos y los humanos disponen de casi el doble de músculo en las piernas de lo que necesitan para correr. El cocodrilo, en cambio, sólo tiene la mitad.
En cuanto al T. rex, para correr a 72 km/h necesitaría casi el 43 por ciento de su peso en cada pata, en forma de músculos de soporte, lo que dejaría sólo un 14 por ciento para el resto del cuerpo, lo cual sería ridículo.
El tiranosaurio quizá no era pues un gran corredor. Afortunadamente para él, sus grandes presas tampoco lo debieron ser.
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